15 abr 2014 / 22:00 H.
Desde Girona. La ausencia de valores sólidos y fundamentos religiosos explican en buena medida los terribles episodios violentos protagonizados durante los últimos días del pasado mes por grupos de jóvenes, sin duda minoritarios, pero no marginales y que amenazan la convivencia. Y es que, desde hace algún tiempo, se reproducen en toda Europa episodios similares y reaparecen fenómenos como el nacionalismo exacerbado que se creían ya superados en el continente. Son síntomas de lo que Benedicto XVI llamó “emergencia educativa”, la falta de fundamentos que permitan a los jóvenes edificar su vida sobre cimientos sólidos. Cuando faltan esos fundamentos, la historia europea muestra que el terreno queda libre para las más perniciosas ideologías. Juan Pablo II lo percibió claramente y lanzó un llamamiento a la “nueva evangelización”. Es la senda que sigue también el Papa Francisco, que pide una Iglesia abierta, dispuesta a acercarse a tanta gente herida y desnortada, para construir una nueva “cultura del encuentro”.