La difícil conciliación de la vida familiar y laboral de la mujer

En una situación económica como la actual, la filosofía que parece primar es que tener un empleo supone en sí mismo un auténtico privilegio, por encima de la calidad o de las condiciones en las que se desarrolla ese trabajo. Con más de cuatro millones de personas sin trabajo en el país y casi un 25 por ciento de parados en la provincia jiennense, según los últimos datos relativos al pasado mes de enero, resulta muy complicado detenerse a exigir garantías o derechos laborales. Pero esa es la postura equivocada que hay que eliminar.  Es ahora, precisamente, cuando no se puede ceder un centímetro en los avances sociales que tanto ha costado conseguir y que, en muchos casos, son una mínima esencia de lo que en justicia deberían ser. Hay que luchar y avanzar por encima de cualquier otra consideración. Un estudio de Comisiones Obreras que acaba de conocerse pone sobre la mesa la dificultad de la mujer para conciliar la vida laboral y familiar con datos que llevan a la reflexión expresamente sobre este asunto, porque es este colectivo, además, sobre el que se ceban especialmente las malas condiciones actuales del mercado laboral. El miedo a perder el sueldo a fin de mes produce una ceguera, consciente o inconsciente en la trabajadora, de forma que las empresas se aprovechan de esas singulares circunstancias y llegan a abusar.
En semejante contexto es revelador que casi la mitad de los encuestados en el citado estudio considere complicado o muy complicado conjugar el empleo con la vida familiar, lo que lleva necesariamente a preguntarse en qué ha fallado la ley de igualdad  a la hora de implantar sus planes en las empresas. Unas medidas que no sólo no se aplican, sino que la mayoría de las mujeres desconoce, de manera que difícilmente se pueden reivindicar o exigir. La enorme brecha entre la norma y su materialización mina su efectividad.    

    08 feb 2010 / 12:20 H.