La dieta mediterránea como patrimonio inmaterial
Se puede asegurar que a estas alturas prácticamente nadie se atreve a discutir que la dieta mediterránea sea la manera más saludable de alimentarse hoy por hoy, en una sociedad cargada de prisas y de comida basura.
Este sentir generalizado será una realidad contrastada cuando la Unesco otorgue a este tipo de alimentación el valioso título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Cuatro países trabajan mano a mano desde hace ya dos años para que este singular proyecto avance y logre su objetivo final, una decisión que se tomará de manera oficial el próximo mes de noviembre. El Comité Intergubernamental para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco se reunirá el día 15 del citado mes, un comité de expertos que a lo largo de cinco jornadas debatirá y reflexionará de manera pormenorizada la justificación y los argumentos a favor de la citada declaración. El examen final está cerca y la dieta del aceite de oliva cuenta con avales más que rigurosos para alcanzar el ansiado reconocimiento. Todo el camino está fundamentado y son numerosas las adhesiones que desde numerosos puntos del planeta se suman a esta iniciativa. España, Grecia, Italia y Marruecos van de la mano en esta aspiración, que cuenta además con el peso de ser una de las maneras de alimentarse más conocidas y populares del planeta, lo que sin duda jugará a favor de la candidatura cuando tenga que ser analizada por los expertos de los 24 países que integran el comité evaluador de la Unesco. La esencia de la alimentación de los pueblos mediterráneos está en juego y las posibilidades de conseguir la distinción son más que justificadas.
El aceite de oliva virgen extra, el principal ingrediente de la dieta mediterránea, un sinónimo de salud y calidad, puede encontrar en esta distinción un respaldo sin parangón a la hora de abrir mercados y venderse al exterior.