La deuda
Carbón para los ciudadanos y los políticos! Los pajes de Sus Majestades no paran de mentir y repetirles que los ciudadanos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que los políticos han derrochado el dinero público.
Todos hemos sido unos manirrotos y vamos a seguir sufriendo las graves consecuencias de algo tan indeseable como la deuda. ¡Carbón! Sus Majestades ya han aceptado como una verdad indiscutible, a fuerza de haberla escuchado tantas veces en esas frases manidas, que hay que reducir el gasto para disminuirla y eliminarla, sobre todo la pública. Pero por qué ninguno de nosotros les manda una carta explicándoles que las deudas también se pueden reducir aumentando los ingresos, por qué ninguno de sus pajes menciona con rigor las causas de esa deuda o lo que en realidad es: el negociazo de la banca. Yo pido carbón para los poderes europeos, los bancos y las grandes empresas: niños malos. Los primeros solo han impuesto unas políticas que benefician al capital y que son una pérdida continua de ingresos para los asalariados y las rentas de lo público. Lo que obligaba a endeudarse cada vez más. Los segundos han apoyado estas políticas, ya que al bajar el poder adquisitivo sabían que su negocio se vería incrementado con la demanda de créditos y la creación de más y más deuda. Los terceros, aparte de mayores beneficios, han conseguido tener a su merced a unos trabajadores con menores salarios, agobiados por las deudas y con la constante amenaza del paro. Majestades, os ruego que antes de repartir ese carbón os preguntéis algo fundamental: ¿cuál es el origen de esa deuda?, ¿quién ha hecho y está haciendo negocio con ella?, ¿quién debe pagarla? Si se están lucrando con esa deuda unos pocos, ¿por qué razón tenemos que pagarla los ciudadanos? El que tengamos unos gobernantes que hasta hoy están trabajando para los grandes beneficiarios de la deuda, no debe ser para nosotros más que otro aliento para decir a las claras que la deuda privada proviene de las políticas neoliberales de los últimos años, y la pública proviene de la lucha contra las consecuencias de la crisis y la especulación sin escrúpulos contra las emisiones de deuda de algunos estados. Las deudas contraídas por el resultado de acciones fraudulentas, por el enorme poder de las finanzas frente a los gobiernos, por la fuerza, son inmorales, despreciables y debemos empezar a pensar que tarde o temprano habrá que rechazarlas por ilegítimas. Creo, altezas, que vuestro carbón, en contra de tanto paje, debe ir a esos gobernantes pasivos que no hicieron nada ante la terrorífica especulación sin control y a los que se benefician de ella: banca, grandes empresas y especuladores internacionales.
Miguel Ángel Olivares es escritor