La curiosa historia del pastor californiano de Baeza

José Rodríguez Cámara/ Jaén
La iglesia adventista quiere recuperar la figura de uno de sus padres en España, Walter Guy Bond. A este pastor protestante, nacido en California, su misión evangelizadora le llevó de Cataluña a Baeza y allí, en la ciudad, murió a los 35 años en 1914.

    30 abr 2009 / 12:17 H.

    En vida tuvo que hacer frente a la oposición del clero y, ya muerto, fue enterrado en la fosa común del cementerio, tras ser exhumado. Baeza, 1914. Por aquel entonces en la ciudad vivían unas catorce mil personas, casi cuatro mil menos que actualmente. Como en toda la España de la época, sólo había una verdad, la del catolicismo. Tampoco estaba muy de moda lo de ser intelectual y abrir el pensamiento, sobre todo, porque, con un país extremadamente rural y con una economía de subsistencia en muchos territorios, había pocas opciones de estudiar y ampliar el horizonte cultural. A la ciudad, conocida ahora y antes por su tradición religiosa, llega Walter Guy Bond. Es un pastor adventista, nacido en California en 1879. Su intención, animado por el protestante jiennense Lope Nicolás, es mezclarse con los baezanos e inculcarles su religión, un credo, cuya doctrina principal es el “sacerdocio de todos los creyentes”, es decir, que no hay que acudir a un cura para confesarse, sino que se puede hablar con Dios sin que haya intermediarios. Sus palabras fueron una bomba para la sociedad, sobre todo para el clero, de la Baeza de entonces, una ciudad que es de los pocos municipios españoles que sin ser capital de provincia tiene Catedral. Daniel Posse, actual pastor de la iglesia adventista jiennense, resume las intenciones de Bond con una frase:_“Se metió en la boca del lobo, donde más trabajo había por hacer”. El propio Bond lo expresó en una misiva escrita durante su etapa baezana:_“Los curas y el fanatismo predominan, haciendo que este, probablemente, sea el lugar más difícil de los que, hasta ahora, hemos encontrado.

    Pero, incluso aquí, hay esperanza”. Y su mensaje, que entró en la Península Ibérica por Cataluña, su primer destino español, caló también en Baeza, y mucho, según Daniel Posse, tanto que, para acallarlo por siempre, pudo ser envenenado. Logró, según recoge la historia del adventismo español, que a la vivienda donde predicaba acudieran, cada noche, cientos de personas y hubo hasta vecinos que dejaron la fe de sus padres y fueron bautizados como protestantes, es el caso de Enrique Sánchez Cruz, fundador luego, junto a su esposa, de la iglesia de La Carolina. La casa, que todavía se conserva, está en la calle Cipriano Alhambra, en el número 8, no muy lejos de la que ocupó el que se considera uno de sus amigos baezanos, el poeta sevillano Antonio Machado que, por entonces, era profesor titular de Francés en el instituto.  Víctima de una supuesta conjura o no, lo cierto es que Walter Guy Bond, que castellanizó su nombre para convertirlo en Gualterio Guido Bond, dejó este mundo el 12 de noviembre de 1914, a los 35 años, y en la partida de defunción consta que la causa fue una peritonitis. En su lecho, Bond, convencido de que había sido víctima de un complot, dijo a su hermano Frank:_“Perdono a mis verdugos”. Además, pidió ser enterrado en el cementerio de Baeza, a pesar de que su mujer y sus cuatro hijos salieron de España y regresaron a los Estados Unidos. Tras su fallecimiento, comienza la etapa más macabra de Gualterio Guido Bond en Baeza, una cadena de acontecimientos que llevan que los adventistas quieran hacer que su imagen se restablezca. El pastor Daniel Posse explica que las investigaciones practicadas permiten determinar que, después de la Guerra Civil, en 1940, la presencia de Bond en la ciudad todavía era recordada y, para algunos, su recuerdo no era grato. Tan poco agradable debía de resultar que el alcalde ordenó exhumar el cadáver y darle sepultura en el llamado “corralito”, el espacio donde se enterraba a los considerados “impíos”, es decir, a las víctimas de la represión franquista, republicanos o aquellos que se suicidaban. La lápida fue destruida y ni los propios descendientes de Bond saben a ciencia cierta cuál era el nicho que, en propiedad, se compró este californiano. La Iglesia Adventista trata de colocar un monumento en el cementerio que deje constancia de la misión de “Gualterio” en Baeza. Por otro lado, hay una historia paralela interesante:  El universal poeta andaluz Antonio Machado daba clases en Baeza de Francés cuando, a la ciudad, llegó el protestante Walter Bond. Los adventistas consideran que uno y otro, por su condiciones de intelectuales, se refugiaron en las tertulias y compartieron  su visión crítica sobre la religión. –“¡No puedo cantar ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar! Es una estrofa de un poema que he compuesto. ¿Qué te parece?”. No hay pruebas de esta conversación, pero para los adventistas, fue una de las que mantuvieron Antonio Machado y el primer misionero que tuvieron en España, Walter Guy Bond. El poeta sevillano vivió en Baeza entre 1912 y 1919, el misionero protestante, llegó en 1914. Los dos intelectuales fueron coetáneos y tenían en común el hecho de estar fuera de lugar entre la mayoría de baezanos.  Machado, en una carta a Unamuno, dice sobre Baeza: “Es una población rural, encallada por la Iglesia”. El profesor tenía pocos lugares donde expresarse, a excepción de la rebotica de la desaparecida farmacia de la calle Concepción. Allí se daban las únicas conversaciones en las que Machado estaba a sus anchas. Como un igual, Bond se movió en los mismos círculos que el escritor. Según el pastor Daniel Posse, se sentaban en la misma mesa. Los protestantes dan por hecho que los dos se intercambiaron impresiones e, incluso,  Posse afirma que Bond influyó a Machado en el momento en el que escribió “La Saeta”, unos versos muy conocidos del poeta, convertidos en canción por Serrat, en los que Machado reivindica su idea de Jesús y de la religión, que nada tienen que ver con la que imperaba entonces.