23 jul 2014 / 22:00 H.
El año pasado por estas fechas hablábamos de lo desiertas que están las terrazas de los bares, del poco ambiente que hay, de lo que ha caído y decaído todo, y de que en general la gente se enroca en su casita —chamizo o nave de aperos— de campo, quien tiene la suerte de tenerla, o se refugia aunque sea en la propia casa o piso, con tal de no gastar: Pasar el verano consumiendo lo mínimo. Los fines de semana parece que la cosa se recupera porque, claro, tampoco vas a tener al personal enjaulado. Nunca habían cerrado tantos negocios, bares, restaurantes, ni había sido tan mal momento para emprender una empresa. En cualquier caso, lo cierto es que el año pasado se sabía que iba a haber una gran cosecha y la gente estaba más animada, pero este año no. Los espejismos del capitalismo consisten en hacernos creer lo que no hay, en la ilusión de algún día prosperar. Sobre la base de la inestabilidad se nos promete una ansiada estabilidad que cada vez se vende más cara. Y la ley de la oferta y la demanda rige todo, desde el mercado laboral hasta nuestras pulsaciones vitales, el deseo, el sentido común, la normalidad, por supuesto todo entre comillas. Cuando se habla de que la recuperación económica comienza en las estructuras financieras más altas, lo que piensa el parado de corta, mediana y larga duración es que acabará fluyendo algo de ese dinero de arriba hacia abajo. Que haya una bolsa de desempleo tan grande es decisivo para el abaratamiento de los salarios y las prestaciones, para que cunda la desesperación entre los trabajadores y tengan que agarrarse a un clavo ardiendo, minusvalorados, mal pagados, explotados y sin coberturas. En fin. Al menos aquí la suerte que tenemos reside en su base socioeconómica, ya que hay otras alternativas que se escapan a los tentáculos del sistema. Cazadores y hortelanos, como cazadores y recolectores de una prehistoria postmoderna, pululan por esta provincia oprimida y atrasada. El pueblo calla ante el oprobio y aguanta. Es la razón de ser del pueblo. Resiste. Sobrevive. Y a veces también, en los fines de semana, canta.