La corrupción del espíritu

José Ramón Talero Islán desde Andújar. Estamos atribulados y a la vez ahítos, de oír y de leer los escandalosos comportamientos corruptos expandidos por toda la geografía española. ¿No hay forma de que nuestros representantes lleguen a acuerdos para que de una vez y por todas, acabemos con esta mesnada de miserables que se aprovechan de sus cargos?

    01 abr 2013 / 15:41 H.

    Es inadmisible que los intereses políticos de todas las formaciones y el desequilibrio de nuestra justicia, no haya actuado de forma concluyente, para que desaparezca este gran mal que nos arruina y nos desuela a todos los españoles. Debo recordar que en una población donde una gran mayoría pertenecía a una clase media, hoy día el 27% de nuestra población son pobres y acuden asiduamente a la beneficencia (Cáritas, parroquias y bancos de alimentos) ¿cómo se ha podido consentir, con la estimable preparación de nuestros gobernantes, tan atroz sandez? No olvidemos la gran tragedia de los seis millones de personas en paro, ni dejemos de lado a los más de dos millones de españoles fuera de nuestro país, porque en su gran mayoría no encontraron trabajo aquí. Es inaudito, injusto y despreciable que se consienta tanta pobreza en el pueblo y tanta corrupción en los gobiernos de las distintas autonomías que componen nuestra España. Este dislate y esta burla continua a la justicia y a las interpretaciones de sus leyes, hacen que nuestro Estado de Derecho se vaya menospreciando. Acabo con unas citas del historiador Fernando García de Cortázar, para que nos hagan pensar y poner fin a tanta demagogia, entelequia y granujería. “No hay olor más espantoso que el de la corrupción del espíritu”; “La justicia es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de meros manipuladores del Derecho”; “El Estado de Derecho, no es una mera construcción funcional y burocrática. Es el fruto de una acumulación de recursos culturales en los que hemos obtenido el reconocimiento de ser individuos libres, portadores de una dignidad inviolable”. Deseo con todas mis ansias, de igual forma que muchos millones de conciudadanos, que aparezca la lucidez, el sentido común, la intransigencia ante tanto atropello y sobre todo la rectitud en el espíritu de todos nuestros gobernantes.