La comida de los jubilados
José María Morillas Mediano/Desde Mancha Real. Me quedé “pasmao” al leer en este periódico que el PP se opone a que se suspenda la comida de los jubilados que se les regala un día de la feria. Creo, sinceramente, que estos concejales del PP han perdido el sentido de la realidad, o mejor, siguen obnubilados ante el triunfo arrollador del inefable Arenas Bocanegra “campeón”, en las pasadas elecciones andaluzas. ¡Vamos a ganar por mayoría absoluta!
Atacar a la izquierda democrática reprochándole la no programación de esta comida es un sinsentido, es tan disparatado como multar a un perro callejero por cruzar un semáforo en rojo; absurda la política del PP en el Ayuntamiento de Mancha Real, por lo que me cuentan mis camaradas socialistas y comunistas no dan una a derechas, que es el colmo, ni a la derecha atinan. Sí que se debe de prohibir esta comida porque los que allí asisten tienen la suficiente capacidad adquisitiva para pagársela de su bolsillo (cigalas, gambas al pon-pon y mucho, mucho champán) todos los días de feria y los que de verdad quieran ir por necesidad no podrán hacerlo porque no está el horno para bollos con lo que está cayendo. Esos dineros, gastados en fruslerías, incluidos los toros y sus matarifes malvados con sol y moscas, muchas moscas, se deben invertir en gastos sociales o bien dejarlos en caja para prevenir las adversidades que nos pueden venir; me refiero a los empleados y empleadas públicos, que ya hay ayuntamientos que no pueden cumplir con esta sagrada obligación, pagar a sus trabajadores a fin de mes. Con los viajes de los jubilados, ídem de ídem, prohibirlos para siempre, porque siempre, siempre, siempre aparecen los mismos con las mismas y, “cucha” usted qué casualidad, simpatizantes de la derecha, acomodados de clase alta, los dueños del cortijo, los que tienen dinero suficiente “pa reventar”, según le dijo un niño a su maestro: “Don Juan, tiene mi papa dinero “pasar” una vaca”; “Niño, te quieres callar de una vez”, le contestó el maestro sintiéndose humillado por este chaval. Desde ahora en adelante, el que quiera soplar a la cuchara gratis, en su casa, a base de sopa de ajo, muy rica, con vino tinto con sifón, muy barato y sin hacer alardes y que quiera viajar de gorra, que se vaya de autoestop o por su cuenta, queme la gasolina que quiera y que coma lo que pueda, pero que se lo paguen de su bolsillo, no de mis impuestos. Estos se deben invertir en sanidad, educación, pensiones y justicia, los cuatro pilares del estado del bien estar, los mismos pilares que está destrozando el PP donde gobierna, quitando de la sanidad y de la educación miles de millones de euros para inyectarlos en la nueva cueva de Alibabá en forma de torres gemelas, lo que denota una ruindad y una bajeza moral sin precedentes en la historia de España. Quizás lo que más se parece a esta crisis actual es al desastre de la Armada Invencible en 1588, que supuso un daño irreparable para la economía española. En los años siguientes, la piratería inglesa (ahora sería la piratería alemana y sus banqueros) conoció uno de sus mejores momentos, con centenares de actos de pillaje al año (prima de riesgo por las nubes) que obligaron a la mejora de las defensas y a la construcción de una cadena de fortificaciones en las colonias españolas (los eurobonos). A pesar del alto precio de la construcción naval en España, la necesidad de defender el Imperio hizo pensar a Felipe II en una segunda gran Armada, que efectivamente se construyó en 1596 con el objetivo de invadir Irlanda, pero que fue dispersada por los vientos, repitiéndose las pérdidas (ahora miles de millones de euros en reflotar la banca española).