La cojera del ciempiés

Esta puede ser la primera mentira, el bicho en cuestión no tiene cien patas y aunque las tuviera aún le quedarían noventa y nueve para aligerar su cojera, los bípedos lo tenemos bastante peor y la dolencia nos acarrea bastantes más dificultades.

    11 oct 2011 / 08:50 H.

    Creo que no sería demasiado aventurar, sin que lleguemos a ser expertos en sistemas financieros, ni excesivamente tendenciosos, que como el ciempiés las entidades financieras, los bancos en general y algunos consejos de administración cuentan con bastantes más recursos y mecanismos para afrontar una hipotética cojera, un desequilibrio, como para mostrarse tan lastimeros. Ya no se acuerdan los porcentajes de beneficios, las cuentas de resultados, casi escandalosos que los distintos bancos nos arrojaban con arrogancia todos los primeros de año. ¿Todo se ha perdido?, ¿todo se ha malgastado?, o la culpa, como intentan de nuevo vendernos, la tuvimos nosotros viviendo por encima de nuestras posibilidades. Creo que también sería injusto achacarles toda la responsabilidad de la mala administración a los distintos gobiernos de cualquier ideología. Mucha gente con la mosca detrás de la oreja piensa que aquí hay gato encerrado, que el dinero tiene que estar en alguna madriguera de difícil localización, o que sencillamente está donde ha estado siempre, es decir, en las manos de los de siempre. Es evidente que los bancos no son amigos de nadie, o mejor dicho, lo son tan solo de los dineros, que la pobreza y la solidaridad son incompatibles con sus principios, así lo hemos sentido siempre y así aceptamos con resignación y fatalidad, incluso algunos los asumen llegando a disculpar sus nobles usuras. Qué se podría hacer con ellos ¿desaparecerlos?, ¿intervenirlos?, ¿nacionalizarlos?, no seré tan ingenuo de exponer una solución, primero porque no me corresponde, segundo porque no tengo la varita mágica, y tercero porque, aunque fuera un renombrado economista no tendría la osadía de plantearla. Tienen un poder consolidado de mucho tiempo y además, como he dicho anteriormente, poseen un amigo muy poderoso. Lo que sí pienso es que los distintos gobiernos deberían arbitrar más medidas de control, incluso obligarles de alguna manera a la “causa común”, aunque me temo que esta apreciación sea una nueva caída en el más puro candor. Lo que sí es muy peligroso tal y como está el cotarro  y susceptible de alarma son las informaciones sobre las distintas indemnizaciones a algunos consejeros de administración, la verdad es que asustan. En fin procuraremos como se pueda y cada uno con arreglo a su suerte y posibilidades no padecer cojera, y sabiendo que aun si la sufriéramos tendríamos la posibilidad de andar, lo más trágico sería quedarse sin piernas, como les ha pasado a cinco millones de personas en este país.
    Juan del Carmen es funcionario