La cofradía del Mimosín
La hipersensibilidad de los políticos en campaña es digna de un cuadro alérgico severo. Como si tuvieran una reacción a la realidad, a las noticias, se ponen muy mimosos, solo aceptan besos, abrazos, buenas caras y las portadas, por ejemplo, se les atragantan. Son muy del Canto del Loco, todas las mañanas quieren besos con las tostadas. Que no se pagan las pólizas de los seguros de los vehículos municipales, escozor; que aparece Juan Lanzas luciendo tipo postjarana, tos seca y picor de ojos. Que otra juez dice que lo de las minas de Aznalcóllar no es concurso público sino tómbola, malestar general.

Estos periodistas sin ética, apátridas, viven en la anarquía y no entienden que la campaña electoral es un paréntesis, una arcadia feliz y momentánea que no se puede romper por la noticia. No. Esto es otra cosa. Por la mañana reparto electoral con la mejor sonrisa y por la tarde, llamada para tapar vías de agua; para evitar el testimonio definitivo que ponga nombre y apellidos al entrecomillado que descubre la chapuza. Padrinos de saldo que son capaces de recordar aquello de “te puedo hundir...” mientras mandan un whatsapp con un curso de ética periodística. Nivel. Pero que levante la mano quien no lleva un miniyo interior a lo Chávez o, más guerrillero, Kim Jong- Un.