La Charca de Pegalajar como el reflejo de una sociedad

Sergio Valenzuela Cobo/Desde Pegalajar. Durante las últimas semanas, Pegalajar se ha visto envuelto, una vez más, en un mar de dudas en cuanto a la continuidad del derrame de agua sobre la famosa Charca. Las previsiones sobre la permanencia del agua en este importante manantial, a mi juicio, han sido lanzadas sin garantía alguna y la Charca, previsiblemente, dejará de manar agua definitivamente en breve.

    07 jun 2012 / 11:36 H.

    Pero lo que más me preocupa no es la desecación en sí, sino el nuevo conflicto que se avecina alrededor de la mencionada seña de identidad local. Siempre he pensado que una seña de identidad es el fiel reflejo de quienes se identifican con ella, es decir, la Charca de Pegalajar representa la vitalidad y el orgullo de todo un pueblo, un pueblo que poco a poco se marchita a medida que el agua comienza a desaparecer de la balsa que desde antaño ha dado de comer a cientos de pegalajareños. Bajo mi punto de vista, el conjunto patrimonial y cultural que forman la Fuente de la Reja, la Charca y la Huerta debe ser protegido, en primer lugar, por los propios pegalajareños que han de ignorar los desagradables y reprobables juegos políticos tan nocivos para la recuperación del manantial y, en segundo lugar, por quienes han sido elegidos para representar la voluntad del pueblo, unificando criterios y métodos de lucha que hagan valer aquella famosa frase del “pueblo unido jamás será vencido”. Pero el principal problema, más allá de tecnicismos medioambientales o jurídicos, radica en la fuerte división y en la politización sectaria que se intenta irradiar dentro de la sociedad pegalajareña (consiguiéndolo en muchos casos), que lejos de unificar criterios y buscar consensos que propicien la lucha ideal frente a las distintas administraciones competentes, provocan la división local y, por ende, la ineficacia de la mayoría de las acciones emprendidas para recuperar el tan ansiado derrame permanente. Por todo ello, es necesario un esfuerzo traducido en un pacto social entre todos y cada uno de los agentes sociales de Pegalajar. Un pacto entre las tres fuerzas políticas y asociaciones interesadas donde se ponga en valor la unidad de una localidad que pide a gritos un consenso sobre un tema tan importante a la par que imparcial. Estamos hablando de la cultura, la forma de vida y el orgullo de un pueblo, términos que no deben entender ni de conflictos políticos ni de intereses partidistas. Hablamos de algo que va más allá de cosechar unos cuantos votos y unas cuantas palmaditas en la espalda. Se trata del reflejo de una sociedad y una cultura milenaria que no pueden ni deben ser borrados por las disputas políticas de nuestros tiempos carentes de sentido alguno y que no hacen mas que agravar el enquistado conflicto social que este tema genera entre la población de esta envidiable localidad. La lucha basada en la división interna es una lucha vacía, carente de veracidad y yerma, que no puede obtener ningún resultado satisfactorio. Aquellos que dicen luchar por este imponente manantial sin buscar esa mencionada unidad no hacen mas que alejar el complicado sueño de ver al fin un derrame permanente sobre las tierras que nuestros antepasados con tanto esfuerzo, cariño y esmero trabajaron durante siglos. Hagámoslo por ellos, por nuestro futuro y por nuestra dignidad como pegalajareños, pues un pueblo que pierde su cultura y sus raíces pierde cualquier atisbo de su honorabilidad, sepultándolo y condenándolo a la ignorancia de quienes intentan imponer estilos de vida que no se corresponden con nuestra razón de ser.