La casa de los “okupas” es ahora “territorio comanche”
Todo es susceptible de empeorar. Un ejemplo de ello es la situación en el edificio de la calle Real, conocido popularmente como Casa del Coño. El antiguo bloque de pisos llevaba años en mal estado y desde hace uno está declarado en ruinas. A partir de ese momento, el Ayuntamiento, entre otros trámites, ha realizado un esfuerzo por reubicar a los habitantes del inmueble que tenían papeles. El resultado se plasma en que buena parte de los vecinos se han trasladado a otros domicilios, en algunos casos con familiares. De hecho, en la actualidad, de acuerdo con las fuentes, solo quedan en el edificio los dueños de tres viviendas y sus allegados, aunque uno de ellos se irá en pocos días.

Sin embargo, la marcha de los residentes originales da paso a un panorama verdaderamente sobrecogedor. El hueco derivado de la salida de los titulares de los pisos se tradujo en que los dejaran vacíos. Sin embargo, otras personas ajenas hasta ahora a la Casa del Coño ha han llenado el hueco y se han convertido en okupas. Se trata tanto de extranjeros como de españoles. En algunos casos, puede hablarse de “pisos patera”, como uno en el que viven hacinados numerosos magrebíes.
Además, se han registrado actos vandálicos, con daños en puertas, en ocasiones arrancadas de cuajo, y otros elementos, como los buzones. Algunas de las viviendas desocupadas se han transformado en auténticos vertederos, en los que se mezclan los residuos y las pocas pertenencias que no se llevaron los habitantes anteriores. Por otro lado, el deterioro de la estructura se acrecienta y, pese al apuntalamiento, las grietas son cada vez más visibles. Por si esto fuera insuficiente, la convivencia empeora en este “territorio comanche” y se han colocado carteles que piden respeto para quienes quieren descansar de noche.
final. Todavía se desconoce cuándo se ejecutará la demolición de la Casa del Coño, una operación muy costosa, supeditada a que tengan un techo alternativo todas las familias con papeles que quedan, con muchos miembros, por lo que no resultan fáciles de reubicar. El Ayuntamiento tendrá que hacerse cargo de la operación, ya que los propietarios cuentan con escasos recursos económicos. Mientras llega ese día, se toman medidas de urgencia, como el cierre de la puerta que daba acceso a un patio trasero, en un lamentable estado. Por todo el inmueble, son patentes las huellas de la dejadez y la falta de mantenimiento de los vecinos, como muestran, por ejemplo, las marcas debidas a la rotura de una tubería de aguas fecales y el hedor. Una vez desalojados los okupas y derribada la edificación, un verdadero “rascacielos” que habría estado a la altura de algunos reportajes del programa “Callejeros”, el solar resultante será un bien municipal.