La Carolina.- Convivencia en torno a la Virgen

Redacción/La Carolina
La romería en honor de la Virgen del Rosario volvió a ser una demostración de devoción popular hacia la imagen. Además de la tradicional procesión y el peregrinaje, se nombró 'romeros de honor' al Ayuntamiento, a la delegación de la Asociación Española contra el Cáncer y al corresponsal de Diario JAEN Silverio Fernández.

    10 oct 2011 / 09:12 H.

    La Virgen del Rosario salió en procesión por las zonas centro y sur de la ciudad, mientras los devotos rezaban el rosario. Las hermandades de Pasión y Gloria participaron en el culto. Al final del desfile se entonó la tradicional “Salve Madre”. La Virgen estrenó un manto rojo elaborado por tres mujeres de la prohermandad.
    Ayer fue la solemne misa de romeros en el Parque de la Estación, que estuvo oficiada por el párroco Carmelo Lara Mercado y cantada por el coro romero Sueño Marismeño. Después, la imagen de la Virgen del Rosario emprendió su peregrinar hasta un paraje situado en las inmediaciones del camino Araceli, junto a la vega del río Acero. Durante cinco kilómetros la imagen fue portada a hombros por medio centenar de devotos, y a las doce del mediodía fue la tradicional “pará” para rezar el ángelus en pleno campo. 
    La Virgen presidió, desde una pequeña carreta convertida en altar, el devaneo de un multitudinario público formado por personas de todas las edades, que compartieron viandas y diversión. Avanzada la tarde se devolvió la talla a su templo. La romería concluyó con una lluvia de pétalos y palmas a compás para la Madre de Dios.
    La festividad lúdico-religiosa fue organizada por la prohermandad de Gloria que lleva el nombre de la patrona del barrio de la Estación de La Carolina, ya que en las primeras siete ediciones el programa de actos corrió a cargo de la Asociación de Vecinos Santo Reino. La imagen fue donada hace varios años por el carolinense Gregorio Pérez Martínez y realizada por los hermanos Tirao Carpio de Torredonjimeno. En estas fiestas la religiosidad sale a la calle y se produce una simbiosis perfecta de la cultura popular y el fervor religioso donde participan activamente, todos los ciudadanos.