La cara divertida de la novatada
Esperanza Calzado/Jaén
Tiene la boca llena, la risa hace que apenas pueda respirar y que salpique trozos de magdalena mientras grita su nombre. Su compañera se resigna a subir las escaleras a pie ya que el ascensor está vetado para las nuevas. Y a lo lejos, alguien pide que se le rellene el vaso de agua, como si estuviera en un restaurante.
Tiene la boca llena, la risa hace que apenas pueda respirar y que salpique trozos de magdalena mientras grita su nombre. Su compañera se resigna a subir las escaleras a pie ya que el ascensor está vetado para las nuevas. Y a lo lejos, alguien pide que se le rellene el vaso de agua, como si estuviera en un restaurante.
A pesar de estar prohibidas en todo el Campus de Las Lagunillas nadie dice que no se puedan hacer en la calle, en pisos de estudiantes o en residencias universitarias. Hubo un día en que las novatadas eran sinónimo de vejación y humillación y, por eso, se tomó cartas en el asunto. Pero, como a prácticamente a todo en la vida, se le puede dar la vuelta y sacarle la parte positiva. Esto es lo que han hecho las estudiantes de la residencia Virgen de la Capilla. Han conseguido convertir la tradición en la mejor herramienta para hacer que las alumnas de nuevo ingreso se sientan parte de la familia desde el primer día, sin olvidar, evidentemente, la vertiente más divertida. Por eso, desde principios de semana, han organizado diferentes actividades para darles la bienvenida.
Les han colocado la “N” de novatas; si se tercia, no les dejan subir por el ascensor; en el comedor las veteranas les piden que les rellenen los vasos de agua y, todo ello, amenizado con una buena fiesta. Esa noche se organizaron juegos, se les hizo comer magdalenas y, a la vez, gritar sus nombres, les pegaron nubes en la nariz e, incluso, hicieron una tarta de chocolate para recibirlas. Tal y como explica la directora del centro, María del Carmen Rubio, son bromas inocentes con las que nadie sale perjudicado. Lo que se piense hacer se consulta antes para que la dirección pueda dar el visto bueno, explica Rubio.
Pero el recibimiento va más allá. Las veteranas son como “grandes hermanos”. Acompañan a las novatas a la Universidad en los primeros días, les asesoran y responden todas sus preguntas. Porque el objetivo final es facilitar la rápida integración de las estudiantes noveles. Se les quiere hacer sentir una más desde el primer día y que, en ningún momento, sientan temor o vergüenza.