La cara del cemento y populismo dañino

Desde Vitoria. El alcalde de Marinaleda y parlamentario andaluz, Gordillo, ha protagonizado un episodio lamentable. Ha empujado a una apropiación fuera de los cauces reglamentarios de pago. Es decir ha impulsado un presunto delito. Gordillo se comportó como un cobarde. Animaba a entrar en el centro Mercadona para llevarse alimentos sin pasar por caja, pero él se mantenía a buen recaudo. La actitud de un responsable político, como Gordillo, es un primer paso para su inhabilitación social.

    18 ago 2012 / 09:12 H.

      Este comportamiento debe hacer reflexionar a la clase política. Han de tomar decisiones encaminadas a censurar y atajar cualquier comportamiento de un personaje que pertenece al sector político. Unos políticos que se suponen responsables han de apartar a todos los individuos que se aprovechan de su estatus social. Ser político conlleva muchos inconvenientes, pero también una serie de ventajas de las que el señor Gordillo está haciendo mal uso. Se esconde detrás del aforamiento que supone ser Parlamentario para esquivar a la Justicia. Gordillo es un cabecilla del antisistema que se halla en un lugar que no le corresponde a pesar de haber sido elegido alcalde en numerosas ocasiones. Es un personaje tan lamentable que desde el puesto que ocupa y en los duros tiempos que corren ha expropiado terrenos para construir tres piscinas. El argumento que parece ser que ha empleado es que hace mucho calor. Creo que sobran las palabras ante hechos como este. Los asaltos a los súper puede que sean el pistoletazo de salida para que cunda el ejemplo. Puede ser que haya sido la semilla que proporcione nuevos actos que van contra la convivencia. Si resultase así el señor Gordillo debería tener alguna responsabilidad; una responsabilidad que diera como resultado un pronunciamiento de los tribunales.
    Fernando Cuesta Garrido