La "capital" de la berenjena
La recolección de la berenjena ya ha comenzado. El pasado mes aparecieron las primeras y la producción sigue todo el verano y parte del otoño, incluso hasta llegar a noviembre, cuando, con las primeras heladas, la mata cesará de dar frutos.

Toda la comarca de Andújar es rica en esta planta solanácea, que abunda en lugares como las huertas de la Isla, de Marmolejo, Arjona, Arjonilla o Villanueva de la Reina. Si el año va bien puede que se alcance el récord de producción, fijado en trescientos mil kilos de berenjenas, un artículo presente en todos los puestos de frutas y verduras.
La mayoría va a parar a la industria conservera desde su centro difusor, que es la Cooperativa San Cristóbal de Marmolejo, camino, sobre todo, de Ciudad Real. Allí se preparan y se conservan para venderlas como “berenjenas de Almagro”. El resto se destina para el consumo doméstico, bien para ponerlas en vinagre —una actividad culinaria muy arraigada en todas las casas de la zona— o para guisarlas. El plato “cocina de berenjenas” es genuino de la cocina típica iliturgitana.
No suele verse en otro lugar tal profusión de la hortaliza. Tanto es así que en el mes de septiembre u octubrese celebran las III Jornadas Gastronómicas sobre la Berenjena, una convocatoria consolidada y que registra alta participación de profesionales y amas de casa que se presentan con sus platos. Otra forma de presentar el producto es frito, en rodajas o a tiritas, con miel o salmorejo. En ete caso, la maestría es dejar la berenjena crujiente. Se puede poner asada, rellena, rebozada o frita. Igualmente se presta para realizar una crema, que otorga una melosidad exquisita a las menestras.
La berenjena tiene hidratos de carbono, muy pocas proteínas y casi nada de grasa y es rica en potasio, calcio, folatos, magnesio, fibra y vitaminas del grupo B y C. Resulta diurética, aparte de activar la función biliar y de servir de laxante natural.
Esta especie de la familia de las solanáceas —como la patata, el tomate o el pimiento— se cultivaba en India y China y, sobre el primer milenio antes de Cristo, llegó al Mediterráneo. Bien los fenicios o los griegos fueron los que la trajeron hasta la Península Ibérica, con las colonizaciones. Su fruto presenta variedad de tamaños y forma. La civilización de Al-Ándalus popularizó la berenjena en la cocina y de esta manera, en el Libro de Sent Soví, unos de los primeros recetarios de cocina medieval, redactado en catalán, se difunde una receta con ella. La primera documentación sobre la berenjena en español aparece en el “Cancionero de Baena”, una obra del siglo XV que glosa sus bondades.