La capilla alegran San Ildefonso
La confluencia de las calles Teodoro Calvache con Melchor Cobo Medina fue, como es ya tradicional, el auténtico punto neurálgico de las fiestas celebradas en honor de la Virgen de la Capilla, al menos en el aspecto más lúdico de la feria “chica” de la capital, el referido a las terrazas y la música al aire libre. Los establecimientos de esta zona sí que tuvieron la oportunidad de colgar un imaginario cartel de “no hay mesas” durante el mediodía dominical. No así otros bares y restaurantes del barrio que vieron cómo, en muchos tramos de la tarde, sus veladores se hallaban “a medio gas” o, directamente, vacíos.
“Está el día flojo”, reconoció un hostelero del entorno de la Plaza de San Ildefonso. “Ayer, a la hora de comer no cabía un alma. Hoy no sé dónde se ha metido la gente”.
“Está el día flojo”, reconoció un hostelero del entorno de la Plaza de San Ildefonso. “Ayer, a la hora de comer no cabía un alma. Hoy no sé dónde se ha metido la gente”.

No se puede culpar al calor: no fue excesivo, como en años anteriores, y, además, la mayoría de los negocios instalaron carpas o toldos para proteger a sus clientes de los rayos más inclementes. Además, ya que había mesas de sobra los visitantes escogieron las situadas en las zonas de sombra, con lo que se creaban llamativas estampas de terrazas divididas en dos por el sol: a un lado, vacías; al otro, repletas de animación.
ambiente. Quizás uno de los puntos flacos radicó en la falta de animación festiva, de parafernalia típica de feria. La ornamentación se limitó a farolillos y banderas de Andalucía colgados sobre algunos veladores; la música apenas sonó en un par de rincones del barrio; los propios asistentes, en su mayoría, no iban vestidos para la ocasión, y los trajes de flamenca resultaron, al menos el pasado fin de semana, más escasos que nunca. ¿Iluminación de feria? Tampoco. ¿Actividades para los más pequeños, o para los adultos, en San Ildefonso? ¿O en otra parte de la ciudad? No. Ninguna.
Con todo, los hosteleros tienen aún por delante tres jornadas para hacer caja y animar las maltrechas economías de los autónomos y pequeños empresarios. “Las terrazas las sacamos también hoy, mañana y el miércoles, que es el día grande, cuando habrá más gente”, informó el camarero de uno de los bares del barrio con más afluencia, entre viaje y viaje de la barra a la calle y viceversa. Muchos negocios hosteleros duplican o triplican el personal durante estos días para hacer frente al aumento de clientes. Un soplo de oxígeno para unas decenas de desempleados, de los miles que tiene la ciudad.