La bolsa y la vida
Cómo duelen las verdades. Y más si son mentiras. Sobre todo arriesgadas. Hablo del presunto agente de la presunta bolsa, el tal Rastani, que ha saltado a la fama por declarar que la crisis hace ricos. Y que son los que mandan. Anda. Parecido a Mourinho y sus dedos, porque este, el del porqué, o 'purqué', cada vez que aparece, los diarios deportivos se frotan las manos, los ojos, y hasta los bolsillos: genera expectación.
Inusitada y anhelada. Y no porque Mou, el del verbo rápido y lengua fácil, rompa la calma tras la tempestad, no es que la genere: él es la tormenta, él provoca ciclones, gotas frías y lágrimas calientes. Dice lo que piensa, piensa lo que dice y, en este país, ser políticamente correcto, con los políticos incorrectos que hay, no se lleva. Es el perfecto controlador (no, Pepiño, aéreo no), que domina y gestiona tanto a críticos y detractores como a fervientes y seguidores. No se le escapa detalle alguno, al muy portugués. Flo lo sabe, y apoya su campaña, y defiende el no pongas más la mejilla o te vas a la cruz. Volviendo al “economista”, ávido de fama y al parecer fortuna, nos cuenta lo que todos sabemos, pero no queremos que nos digan. Como la tripita postvacacional, o lo evidente de la edad, cuando te empiezan a llamar señor. Está ahí, pero déjala. Parece ser que el adivino desea y añora otra recesión mundial, tipo años 30, para mayor engrose de las arcas de los especuladores. Y afirma que el poder lo tienen los que lo tienen, y no los políticos. Ah, vale, yo creía, pensaba y suponía que el poder lo tenían Mas, Pajín y Solchaga, no te jode. Que si por poder fuera, al amigo del talante lo ibas a sacar tú. Por la puerta de atrás.
Francisco J. Peinado es profesor de Formación Vial