La belleza del terror
La cumbre escarlata
Ese mexicano orondo de 51 años y sonrisa permanente que llevaba barba mucho antes de que apareciera el movimiento hipster que las ha puesto de moda y que estremeció a público y crítica españoles con la laureada fantasía histórica que fue El laberinto del fauno regresa a la gran pantalla con una ambiciosa cinta de terror que tiene mimbres suficientes para convertirse en un clásico del género. La cumbre escarlata de Guillermo del Toro es cine en estado puro, arte con todas las connotaciones de perfección, lirismo y trascendencia que entraña la palabra. Es un cuento de fantasmas dentro de otro —el que escribe la protagonista— con dos aspiraciones: crear belleza, aunque sea arañando las vísceras de la angustia y de la podredumbre humanas, y que el espectador disfrute. Y las dos las consigue sobradamente.
Con La cumbre escarlata, el cineasta azteca revivifica y dignifica el género. Juega con la cámara y se recrea en un baile con ella, como Avishai Cohen cuando tiene el contrabajo entre sus brazos. En cada plano parece decirle al espectador: "Ven. Te presento mi mundo. Diviértete en él y con él. Apasiónate". Porque eso, pasión por el cine, es su última película. Una cinta magistralmente rodada, de atmósfera subyugante, que posee lo mejor del simbolismo gótico de Sleepy Hollow (Tim Burton) y, en una lección de historia del cine, lo combina con la inquietante intriga hitchcockiana de clásicos como Rebeca o Encadenados sin renunciar a la violencia.
Del Toro no hace concesiones ni con los personajes, ni con el espectador. Ni se apiada de la debilidad de los primeros —seres condenados por bajas pasiones que anulan el raciocinio—, ni le tapa los ojos al segundo para que no vea la atrocidad sencilla del crimen. El director de El espinazo del diablo y autor de Nocturna, le da dimensión al concepto de "monstruo" situándolo al nivel de referentes literarios como el doctor Jekyll y Mr. Hyde o Dorian Gray; dotándolo de la trascendencia tenebrosa de la figura mítica de Satán y de la fragilidad que es innata al hombre.
La cumbre escarlata es una joya a todos los niveles. En la interpretación, de la mano de la prometedora Mia Wasikowska, de ese digno sucesor de Johnny Depp que es Tom Hiddelston y de la siempre increíble Jessica Chastain, fabulosa y temible en el papel de amante obsesiva y desquiciada. Pero aún hay un personaje más estremecedor: Adderley Hall. Esa casa construida sobre tierra roja que se está hundiendo por el pecado que pesa sobre ella. En ese ambiente opresivo que nace del capricho creador de Mathhew Robbins, Lucinda Coxon y de un Guillermo del Toro que se regocija en su fetichismo, las emociones de este triunvirato de actores trascienden la gran pantalla. Y lo hacen con el telón de fondo de una banda sonora preciosa y una fotografía que convierte la película en un gran lienzo de incuestionable belleza.
Título original: Crimson Peak. Dirección: Guillermo del Toro. Intérpretes: Mia Wasikowska, Jessica Chastain, Tom Hiddleston, Charlie Hunnam, Doug Jones. Producción: Legendary Pictures / Universal Pictures. Guión: Guillermo del Toro, Matthew Robbins, Lucinda Coxon. Fotografía: Dan Laustsen. Música: Fernando Velázquez. Género: Terror. Duración: 119 minutos.
