La batalla contra los grandes incendios

ÁNGEL PLAZA CHILLÓN desde La Iruela. Ha transcurrido ya el primer mes en el que se producen días con alto riesgo de incendio forestal, dentro de la campaña de incendios forestales de este año, y nada menos que unas 100.000 hectáreas de monte, en su mayoría arbolado, han sido arrasadas por el fuego en las provincias de Ourense, Valencia, Tenerife y Girona. La labor de modelación del paisaje llevada a cabo por la naturaleza y el hombre en el último siglo ha sido barrida por el fuego más de un mes.

    02 sep 2012 / 09:34 H.

    Pero, atención, cuando se produce el cuarto incendio de la temporada, ya nos habíamos olvidados  —pues lo que ha pasado hace un mes ya no es noticia— de los tres grandes incendios anteriores. Queda aún mucho de campaña por delante y no es bueno bajar la guardia, y este 2012 hemos batido el récord de superficie arbolada quemada por campaña, desde que existen estadísticas de incendios forestales en España de los últimos 50 años. Los profanos suelen preguntarse cómo es posible que sucedan estas catástrofes, y para aplicarlas recurren a teorías carentes de todo conocimiento, un estado de resignación ante un fenómeno que puede ser reducido de acuerdo con el gran esfuerzo económico —uno de los mayores del mundo por hectárea protegida— que estamos dedicando para su combate. Para los profesionales, conocedores del comportamiento de los incendios forestales y de los distintos indicadores puestos de manifiesto por los mismo, no es nada inesperado que estos grandes incendios se puedan dar en la Comunidad Valenciana, Galicia, Canarias o Cataluña, pues en los últimos 20 años la tasa de quema permisible para estas comunidades, media en hectáreas arboladas, de acuerdo en sus planes de incendios, ha sido todos los años 13 veces mayor que ha permitido para la Comunidad Valenciana. Por ello, la probabilidad de que se genere un gran incendio en esta comunidad es muy alta. Sería bueno que se terminara con la discusión “peregrina” de si ha existido o no coordinación de medios para el control y extinción, o si estas han sido suficientes. Empezando por lo segundo, diremos que cuando un gran incendio se está desarrollando, no hay medios humanos o materiales suficientes para frenar su avance mientras no cambien las condiciones meteorológicas extremas o la continuidad de la vegetación. Es necesario insistir en un cambio de tendencia importante y acabar con el convencimiento establecido en las últimas décadas de que los grandes incendios se controlan arrojando agua desde el aire a sus frentes, acción totalmente inútil, pues estos frentes, mientras exista combustible, avanzan desprendiendo más de 2.500 kilocalorías por metro cuadrado, por lo que para un frente de mil metros, normal en este tipo de incendios sería necesario que 600 aviones de gran carga arrojaran esta de forma simultánea a lo largo de todo el frente para frenarlo. A pesar de esta realidad física, seguro que se seguirán solicitando más medidos aéreos. Sin duda, es atractivo ver a la aviación por encima de las llamas, como escapándose de ellas, pero la eficacia se mide de otra manera. Esta máxima, fácil de poner en práctica con los enormes recursos que se manejan, en los últimos 20 años solo se ha cumplido el 50% de los casos. Si además de los profesionales, el resto de la población, incluidos los medios de comunicación, no exige continuamente este principio y se deja discutir si son “galgos o podencos”, pasarán otros 20 años y nuestros bosques y montes arbolados irán desapareciendo; aunque crezca nuestra superficie forestal, se seguirá produciendo una regresión de cientos de años, y nuestros suelos cubrirán, como así está sucediendo, de matorrales invasores y regresivos.