La banda sonora universitaria tras 30 años de ronda por Jaén

Jesús Vicioso Hoyo /Jaén
Tan universitarias son las clases magistrales de teoría pura y dura del mejor catedrático de cualquier facultad como el tono musical inconfundible que sale de la voz y de los instrumentos de aquellos que llevan una indumentaria singular, al igual que el espíritu que envuelven en cada una de sus actuaciones alegres y divertidas.

    16 dic 2011 / 10:18 H.

     Las tunas son de las universidades y de las ciudades  en las que se levantan sus campus, porque están integradas por estudiantes superiores que no dejan los hábitos prácticamente nunca. Los hay que dicen que los tunos pierden esta condición cuando se casan. Otros son más extremistas y afirman que se deja de pertenecer a la tuna cuando se echa novia. Sin embargo, en el fondo un miembro de este grupo de  música de universitarios lo es para siempre por el simple hecho de que, su pertenencia, le cambia la vida. Si no por completo, casi. Como también lo hace la ciudad y sus tunas, que pese a que vayan modificándose, siempre recuerdan estas estampas de fiesta estudiantil.
    Los integrantes de la Tuna Universitaria de Distrito de Jaén llevan treinta años portando en el pecho una banda con el escudo de Jaén por bandera y no solo en la historia sus diferentes instituciones educativas —de hecho nació antes que la actual UJA—, sino por los cuantiosísimos escenarios —y calles— en los que la melodía con acento jiennense ha sonado. Tres décadas después de que empezase la música, la banda sonora de quienes se gradúan o licencian va indiscutiblemente unida a las diferentes generaciones de tunos que han integrado el grupo con el paso del tiempo. Es cierto que ha habido épocas de mayor o menor esplendor, pero que un mismo grupo haya mantenido el mismo alma durante tantos años ya es, en sí, un logro. Y esto se ha conseguido gracias al bagaje que se ha acumulado —y transmitido— entre aquellos que aprendieron  bien a cantar o bien a tocar diferentes instrumentos con el calor de una compañía constante y continua, que si siempre se agradece, más se hace cuando los que estudian lo hacen fuera de casa o sin el apoyo de una familia que les pueda servir de apoyo. Porque, en definitiva, el grupo que se forma es también otra pandilla muy del estilo de una familia con miembros elegidos no por sangre, sino por afinidades. Y esto “cuaja” tan bien —y si no, no habría llegado hasta aquí— porque la tuna une música, sentimientos, diversión, alegría, viajes y Universidad. Y en Jaén, afortunadamente, hay dos colectivos de estos que mantienen viva la llama: esta del Distrito y la de Peritos.
    Hoy en día ya no hace falta ser estudiante universitario para pertenecer a la Tuna Universitaria de Distrito de Jaén. De hecho, algunas veces ha habido miembros que no tuvieron ninguna vinculación con la Universidad. Paradójicamente, no hace mucho que uno de estos jóvenes que dejó los estudios por diversos motivos y entró en la tuna, finalmente se matriculó en los estudios superiores. Luego hay otros casos no menos simpáticos, como el de los estudiantes de intercambio que se meten para conocer este peculiar colectivo. El curso pasado, por ejemplo, entró un mexicano que no dejó de tocar ni un solo día las melodías que fue aprendiendo de la mano de sus compañeros jiennenses.
    nueva etapa. El anterior encargado de la Tuna Universitaria de Distrito de Jaén, José María Mesbailer, ha sido sustituido recientemente por Jesús Guirao Martínez. En estos momentos de regeneración, el grupo se echa a la calle a buscar nuevos componentes “porque siempre hacen falta más personas”, según indica el nuevo responsable del grupo. Porque el perfil del tuno del siglo XXI es el mismo que el de los siglos anteriores: gente que le gusta la música y que presume de ciudad allá a donde va. E ir se va a muchos lugares, porque viajar es tan “tunesco” como los pasodobles típicos o las capas y becas del traje de sus miembros.
    Aunque el día más especial de esta tuna es el Lunes Santo, cuando cantan en la salida de la Virgen de las Lágrimas, en la procesión de la Cofradía de los estudiantes, el calendario de citas para el grupo no deja de tener fechas preparadas para amenizar no solo los momentos universitarios, sino para alegrar a todo el mundo. La semana pasada se desplazó hasta el Centro de Menores de Las Lagunillas en para amenizar a los residentes y el personal que allí trabaja con algunos villancicos propios de las fechas próximas y hoy lo hará en la Residencia de Mayores Altos de Jontoya. También participa en la cabalgata de los Reyes Magos y en decenas de actividades más a lo largo del año, como rondas a novias o fiestas de pueblo. Y es que los tunos no paran nunca.

    Jesus Guirao Martínez: “La tuna me ha enseñado a vivir. Es mi gran familia”
    —¿Qué significa para usted pertenecer a la tuna?
    —Uno entra en la tuna por diferentes circunstancias, pero al final ocurre que se hace piña, se hace un grupo de grandísimos amigos y todo cambia. A mí la tuna me ha enseñado a vivir. Es mi gran familia desde que entré.
    —Personalmente, ¿con qué estampa se queda de su larga trayectoria como tuno?
    —Sobre todo de cada Lunes Santo, cuando le cantamos a la Virgen de las Lágrimas en la salida de la procesión de los Estudiantes. Es un momento mágico y único que no se puede explicar con palabras. Hay que vivirlo para sentirlo.
    —¿Cuánto de este mundo ha conocido con la tuna?
    —Ciudades, ¡muchísimas!, tanto de España como de fuera. Los viajes forman parte de la razón de la tuna, como también lo es la cultura y la Universidad. Se aprende constantemente de cualquier cosa y sin necesidad de gastarte ni un euro. Eso sí, todo lo que se vive es alegre y divertido. Nos debemos a la felicidad de quien nos escucha.