La Audiencia tiene la palabra: "Monstruo o víctima inocente"
La Audiencia Provincial tiene la palabra y ha de decidir. La vista oral del juicio por supuestos abusos a cuatro niñas fue terrible. José S. L., en ocasiones, fue “dibujado” como una víctima de un engaño y una mentira y, en otras, como un monstruo capaz de engañar a cuatro niñas para que acudieran a su parcela con las excusas de la piscina, de ver un loro o de una pecera y allí cometer abusos sexuales. Y en medio —derramando tensión por los pasillos—, dos familias que han convivido frente a frente y que, incluso, tenían confianza para dejarse a sus pequeños.
José S. L. se juega muchísimo. Es más que ser “víctima o verdugo”. Se sentó en el banquillo de los acusados con una petición de 18 años de cárcel. Si sale condenado, tiene muchas posibilidades de pasar bastante tiempo “a la sombra”. La vista comenzó a las diez de la mañana. Él fue el primero en declarar. “Jamás toqué a ninguna niña. Sus padres las dejaron. Me da hasta vergüenza escuchar lo que dicen de mí. Es mentira. Ellas se inventaron todo. A mi parcela ha pasado mucha gente y no entra en la cabeza que yo abuse de las hijas de un amigo”, dijo ante el tribunal. El letrado de la defensa sorprendió al preguntarle si era eyaculador precoz para desmontar los hechos —las diligencias aseguran que la supuesta felación—. Le contestó que no: “Yo duro muchísimo”. También negó que tuviera vídeos pornográficos o algún dispositivo para conseguir ese tipo de imágenes.
En cambio, las niñas lo pintaron más como un monstruo que como una víctima. Una de ellas declaró a través de una grabación. Dijo que le tocó el pecho y los genitales. También reprodujo palabras con alto contenido sexual y que le introdujo el pene en la boca. A la pequeña le costaba recordar. Había que insistirle, pero sí que admitió estos hechos ante las preguntas de las partes.
Su hermana se mostró más comunicativa. Esta declaró por videoconferencia desde otra sala de la Audiencia Provincial asistida por un familiar. Dijo que estuvo en la parcela para ver los peces y que hubo un momento en el que José y su hermana mayor desaparecieron. Aseguró que la puerta estaba cerrada y que ella llamó porque tardaban. Rememoró que no abrieron y que salieron más tarde. No recordaba mucho más. Precisamente, todas las personas que acudieron como víctimas de los abusos coincidían a la hora de señalar que hacía tiempo y muchas cosas no las recordaban bien. Los hechos se sitúan el 31 de mayo y el 1 de junio de 2008. Se iba a juzgar en el Penal, aunque el titular del juzgado lo remitió a la Audiencia después de escuchar algunas declaraciones.
Las otras dos niñas ya son mayores de edad. Por eso, declararon “a cara descubierta” como un testigo más. Ambas afirmaron que hablaron de sexo con el procesado y que, cuando pasaron a la casa, había una película pornográfica. Incluso, dijeron que les ofreció una bebida bajo el pretexto de que incrementaba su deseo sexual —lo dijeron con palabras mucho más coloquiales—.
En cambio, la última joven que declaró sí que dejó una idea muy clara en la sala: “Éramos niñas y acudíamos a su parcela. Nos lo tomamos como un juego y, al final, se complicó la cosa”. Ahora, el tribunal tiene que decidir. José ya ha estado en prisión por estos hechos. En cambio, se juega una dura pena. Él se mantuvo firme en su inocencia y recalcó que es incapaz y que se trata de un engaño. Está visto para sentencia.