Kike Boula, el don de la oportunidad

Cada vez que Kike Boula salta a calentar, la grada de Linarejos se excita, masca el peligro del gol. El pequeño jugador guineano tiene encandilada a la afición con su talento, sus driblings y sus eléctricas internadas por la banda. El pasado domingo ante el Betis B, tras regatear a todos los defensas que salían a su pasó, se inventó un disparo que se estrelló contra el poste derecho. La jugada prosiguió y acabó con el tanto de Corpas. Kike Boula lo celebró como si hubiera sido suyo. Totalmente adaptado a la ciudad y a la plantilla, se siente feliz en un vestuario que es una “familia” y en el que se respira un “ambiente sensacional”.

29 oct 2015 / 11:24 H.

“Linarejos todavía no ha visto al mejor Kike Boula. Sé que puedo dar mucho más y espero que pronto vean mi verdadero nivel”, asegura. En parte lleva razón. La hinchada apenas ha disfrutado de su fútbol. Una inoportuna lesión en pretemporada y los compromisos internacionales con la selección de Guinea Ecuatorial han reducido la participación de Enrique Boula Senobua, de 22 años, a un puñado de partidos y siempre en las segundas partes, salvo ante el Murcia en el que gozó de la titularidad.
Dentro de una semana, se vuelve a marchar convocado con su selección para jugar ante Marruecos un encuentro de clasificación para el Mundial de Rusia. Reconoce que las citas le frenan su progresión en el equipo, pero no así su proyección internacional. “En cierta forma soy consciente de que me perjudica tanto a mí como al propio colectivo, pero no puedo renunciar a esta oportunidad. Para mí, es muy importante”, comenta. Guinea es la tierra donde disfruta de su eclosión futbolística, la de un tipo que fluctuó entre la promesa y el olvido para debutar en Primera División con el Almería o el Mallorca, clubes a los que perteneció antes de recalar en el Linares. Es el segundo internacional en las filas azulillas de los últimos años tras el paso de Henrique Guedes da Silva, “Catanha”, quien dejó dos temporadas y media inolvidables.  Kike Boula está encantado con la afición. “Lo dije el primer día y me reafirmo, es de diez para lo bueno y para lo no tan bueno. Es una hinchada que aprieta y que no deja solo al equipo”, asegura. Su velocidad, sobre todo cuando los rivales ya están agotados por el duro trabajo defensivo, le ha permitido resolver muchos encuentros que se habían puesto cuesta arriba. El jugador acepta este papel, aunque no se resigna: “Yo haré lo que me mande el entrenador, si bien está claro que yo no soy un jugador de segundas partes. Yo lucharé por formar parte del once inicial”, defiende. El jugador destaca que está totalmente recuperado de sus problemas físicos, que cada día se encuentra mejor y de ahí su rendimiento. “Ahora solo necesito jugar, disponer de minutos, adquirir ritmo de juego y mejorar”.