Juventud, divino tesoro
Colectivos en la sociedad, hay muchos, y, prácticamente, todos pertenecemos a alguno de ellos, si no a varios. Médicos, funcionarios, abogados, curas, jueces, gitanos, judíos, hispanos, mujeres, homosexuales, etcétera. Y resulta ser frecuente, si la ocasión se tercia, hacer alusión al grupo en cuestión, con tono despectivo o burla.
Pero, pienso que, si hay algún colectivo que más ha sufrido la perversión social de la generalidad, es el de la juventud. La tónica general social ha sido, y sigue siendo, tildarla de grupo de ciudadanos inconscientes, irresponsables, vagos, caraduras, incívicos y mal educados, entre otros primores. Me consta, y lo entiendo, que no todos los jóvenes llevan con el mismo estoicismo el sambenito que les han colgado. Cierto que hay quienes han asumido el papel otorgado por la comunidad, interiorizándolo, y sirviéndoles de justificación para conductas llevadas a cabo, de todo tipo. Pero también los hay, y muchos, que sabiéndose injustamente minusvalorados y despreciados, se revuelven contra el trato y calificativo recibido por la sociedad. Jóvenes que ofrecen su trabajo al comedor social de San Roque, que reciclan, que entablan conversación con quien mendiga, que dan conciertos para recaudar fondos para causas sociales. Apoyo su descontento. Reza el dicho popular “juventud, divino tesoro”, aunque su uso sarcástico lo ha vaciado de contenido. No todos los cristales de vasos rotos y botellas desperdigadas, que encontramos tiradas en las calles de Jaén, especialmente, los fines de semana, proceden de nuestros jóvenes. Ni las numerosas cajas de cartón tiradas en los contenedores de basura orgánica, ubicados en los alrededores de comercios, bares y restaurantes, en su gran mayoría, tampoco se deben a nuestros jóvenes. De igual modo que no podemos responsabilizarlos, por lo general, de las aceras churretosas, mugrientas y pegajosas que pueblan nuestra ciudad, y de las que, cuya limpieza, son competencia de nuestro Ayuntamiento, de nuestras comunidades de vecinos y de los negocios abiertos a pie de calle.