Justo Gámez: “Soñé con un pabellón lleno para ver balonmano en Jaén y se cumplió”
Justo tenía un sueño. Paseaba por las calles de Madrid y acudía puntual a sus citas vespertinas cerca de la catedral de la Almudena con un pensamiento que, siempre, le iba haciendo compañía. Estudiaba INEF y, ya entonces, pensaba en balonmano. Quería que, al volver a Jaén, hubiera alguna fórmula para poner nuestra ciudad en el mapa del balonmano nacional, quería hacer el milagro de tener un equipo en Primera División. Para unos aquella idea era un imposible; para otros, una posibilidad lejana, y para algunos, un sueño lejanísimo.

El mítico Juan de Dios Román le prometió que, si lo conseguía, iba a pedir para él una estatua en el centro de la ciudad. Todos le advirtieron de lo complejo del reto. Mientras descubría los inconvenientes y las posibilidades, porque la decisión la tenía tomada, miraba y tomaba nota de todo lo que podía sumar para que el sueño se cumpliera. Trabajó, buscó, se obstinó y el sueño se cumplió con creces. Hubo equipo en Primera muy pronto y su voluntad trascendió a lo soñado para alcanzar el milagro, un equipo de División de Honor de Balonmano. Justo Gámez con su idea y Honorato Morente con su apoyo personal y económico hicieron historia en el deporte local.
—¿Lo suyo fue obstinación, un sueño o creerse firmemente una idea?
—Cuando eres joven, yo tenía 25 años, es de todo un poco. Efectivamente, conocía las dificultades, pero también había estudiado fenómenos parecidos en otros lugares y en otros deportes. Hablé mucho con mis compañeros de carrera sobre mi proyecto, hablé con personas que me podían orientar, como Ferrán Raga o como el mismísimo Juan de Dios Román. Juan de Dios me animó, pero me advirtió de que Jaén era una ciudad muy apática y que moverla sería complicado. Incluso me sugirió que me quedara en Madrid y que empezara entrenando cadetes. En ese momento yo no contemplaba eso, tenía mis ideas claras. Hablé con Topete, un compañero muy idealista, muy positivo y, con todas las opiniones y con todos los puntos de vista yo tracé un plan que podría poner al equipo en Primera División en diez años.
—Por los resultados posteriores era un plan sólido….
—Tuvimos un poco de suerte. Volví a Jaén, me puse a trabajar dando clase y empecé a construir equipos masculinos y femeninos. La evolución y los resultados fueron muy buenos. En la fase provincial ganamos el campeonato y ya comprendí que, además de jugar y ganar partidos, había un inconveniente que era el económico. En esos momentos, para pagar los gastos de viajes y lo que se derivaba de la competición, el dinero lo poníamos nosotros. Pequeñas cantidades que, al final, no llegaban para cubrir todo. La situación se abrió positivamente en lo deportivo, ya que, en virtud de una reestructuración, se creó un grupo más amplio de Primera División y, como fuimos campeones de nuestra categoría, nos invitaron a jugar en Primera. Sin embargo, el problema era, otra vez, el económico. La desesperación agudiza el ingenio y me fui en busca del presidente del Real Jaén, José María Carrasco. Aceptó nuestro proyecto y creó la sección de Balonmano del Real Jaén en Primera División.
—Era demasiado bonito para ser cierto…
—Creíamos haber encontrado la solución y la verdad es que Carrasco estaba ilusionado con el proyecto, pero presiones que no tenían que ver con él y creo que tampoco con el club, obligaron al presidente a cambiar de idea. Nos quedamos, a finales de julio, sin patrocinio, sin tiempo y casi a punto de perder lo que ya teníamos. A partir de ese momento todo fue una pura ansiedad en lo económico. En lo deportivo ya había hablado con Javier Topete y él me habló de Carlos De Blas y de Paco Sánchez. No iban a cobrar, solo venían por los gastos, pero hasta eso era un problema. Las cosas estaban complicadas, pero un día se presentó en el entrenamiento Carlos Avilés. Preguntó por el entrenador y me dijo que el gerente de ADA quería hablar conmigo. Nos reunimos y, en esa misma reunión, me dijeron que me olvidara de todo lo que no fuera deportivo, que ellos se hacían cargo de todo.
—Al final se pudo hacer la incorporación de los “madrileños”.
—Les dije que teníamos, junto a todos los de Jaén, a tres jugadores de Madrid, pero que, al menos, había que pagarles los gastos de viaje. A los pocos días, Honorato y Avilés se fueron a Madrid y a la vuelta me citaron en el Hotel Rey Fernando. Mientras ellos me decían que los de Madrid no podían venir, giré la vista y a mi espalda estaban Paco Sánchez, De Blas y Francis Jiménez; Topete no pudo venir ese día. Aquello fue el comienzo de una temporada enorme.
—El primer año sería el de la novatada…
—Salimos con muchas precauciones. Hicimos dos amistosos, contra el Bailén Independiente y contra Koipe de Andújar. Ganamos ambos por goleada. Había euforia. Empezó el torneo y en casa, en el primer partido, volvimos a ganar. La temporada era para quedar en mitad de la tabla pero empezaron a ganarse partidos y a incorporarse jugadores de gran calidad como Jurado, Espejo, Campos y Alberto Latorre que nos lo envió Topete que, no pudo continuar. Teníamos un equipazo y fuimos cuartos. La siguiente temporada fue especial. Cuando jugamos contra Baco Ibérico se produjo un encuentro entre Honorato y varios jugadores de este equipo que fue campeón y al final esos jugadores, después del partido contra nosotros, se quedaron el fin de semana en Jaén. Cuando se fueron todos querían jugar aquí. Hablo, entre otros, de Gete, Pradera o Juan Carlos Román. Con muchos problemas, pero lograron venir.
—La segunda temporada en Primera División ya olía a ascenso.
—Era un sueño, lo pensábamos tímidamente. Era una posibilidad porque teníamos una grandísima plantilla formada por jóvenes que ya eran internacionales y de una calidad indiscutible. Lo que estaba claro, además de que no éramos los novatos del año anterior, es que se había producido la explosión del balonmano en Jaén. Era un sueño pero lo convertimos en realidad. Dos mil personas por partido, la gente ilusionada y los medios volcados con el balonmano y los jugadores comprometidos con la ciudad y con el equipo. Fue una temporada larga y duró pero nos metimos en la liga de ascenso y el último partido lo jugamos en Jaén contra Anaitasuna. Allí ganamos de tres y aquí sufrimos mucho. Nos supieron jugar y nos bloquearon. En un momento crítico del partido Alfredo Cuaresma me pidió que lo sacara y que lo pusiera de central. “Sácame, lo tengo clarísimo”. Salió, cambié el equipo, Gete hizo dos paradas soberbias y acabamos ganando (20-14) y ascendimos. Lo que pasó ese día no lo puedo olvidar.
—Hace unos días hubo un homenaje a esos jugadores que hicieron el milagro del Balonmano en Jaén...
—Estábamos en deuda. Honorato Morente y yo mismo sabíamos que no se les había reconocido lo suficiente. Honorato tenía unas ganas enormes de hacerles saber que Jaén les agradece su altruismo, su cariño, el esfuerzo que pusieron y las alegrías que nos hicieron vivir. Fue un acto muy entrañable y una forma de volver a funcionar como equipo. Estamos muy unidos desde entonces y creo que a todos nos hizo bien ese reencuentro. Tiene una calidad humana increíble. Siguen igual. El dinero que había para pagar sus gastos de viaje lo han donado a un orfanato de Nepal del que yo traje a mi hijo Niroj. Aquello no ha pasado desapercibido en el mundo del balonmano y el pasado viernes nos entregaron en Almería el premio al Balonmano de Leyenda que otorga la Federación de Balonmano. Lo recogimos en nombre de todos y nos sirvió para recordar la dimensión de lo que se hizo.
—Usted siempre ha vivido entre la educación, el deporte y la política… muy intenso todo.
—El deporte es una escuela de valores y, individual o colectivamente, hay que usar esos valores para alcanzar cualquier objetivo. Todos necesitamos de todos en cualquier disciplina. La educación me ha hecho feliz. Unas veces ayudando a niños muy dotados a alcanzar grandes metas y otras veces formando personas para la vida y para una sociedad mejor. La política no volvería jamás. En mi área se hacen muchas barbaridades sin que nadie, con capacidad para hacerlo, lo impida. Cada vez que voto me fijo en las personas, no en las siglas.