Justicia social versus compasión
Hay una vieja teoría que explica perfectamente nuestras tragaderas de hogaño. Es la de la rana escaldada. Dice que, si echamos una rana en agua hirviendo, salta y se escapa. Por el contrario, si la ponemos en agua fría y con el fuego al mínimo, la rana se cocerá inexorablemente. Si aplicamos esa teoría, los españoles estamos aguantando porque de haber acordado el PP de golpe todas las medidas, tomadas para convertir nuestro país en un Parque Temático sobre las Relaciones Sociales en el Siglo XIX, habríamos saltado, como la rana, aunque tal vez a degüello.
Sin embargo, como “piano, piano, si va lontano”, aunque sea para atrás, pues hétenos aquí, hechos unos zorros y cociéndonos lentamente. Estos sí que van a dejar una España que no la reconocerá ni la madre que la parió, para que aprenda Alfonso Guerra como se deshacen las cosas. Me resulta imposible resumir en cantidad y alcance el destrozo que ya va realizado en nuestros derechos. Y lo que nos encontramos cada día, sea lo de las mamografías de Madrid, lo de los “sueldos crecientes”, los 3 millones de españoles sin poder cubrir las necesidades básicas. Y el hambre infantil aquí, con riesgo de incrustarse para mucho, mucho tiempo. Y me surge un dilema entre la necesidad solidaria de ayudar con mi kilo de arroz o no hacerlo, por la certeza de que con ello contribuyo a quebrar el Estado de Bienestar, es decir, a que la rana se cueza. Por eso prefiero clamar por la justicia social aunque la compasión me parezca, a veces, meritoria.
Empresario
Francisco Zamora