Juramento de niños

Roberto Blanco Hurtado desde Ortigueira. Hace poco mi sobrino, de 9 años de edad, me explicó algo que sucedió en su colegio, entre dos de sus compañeros de clase. Al parecer, a uno de ellos, sin que se diera cuenta, se le cayó un billete de 10 euros, que quedó en el suelo del patio hasta que el otro chaval lo encontró. Por esas cosas que tiene esa edad, el muchacho que encontró el billete en el suelo no pudo reprimir su alegría, a pesar de la insignificancia de esos 10 euros,

    16 feb 2013 / 11:14 H.

    y con una sonora exclamación dio a conocer la noticia del hallazgo a quien se hallaba en las proximidades del lugar, que no eran otros que mi sobrino y el muchacho que había perdido ese dinero. El afectado, intentando buscar en sus bolsillos el billete sin demasiado éxito (puesto que lo había perdido), enseguida dijo que era suyo, cosa que el agraciado negó. Casi como un acto reflejo, el niño afectado preguntó: “¿Me juras que el billete es tuyo?” El otro niño no sé si era consciente del alcance y de las consecuencias de lo que hacía, pero no tuvo reparos en jurar en falso y decir que el billete era suyo, cuando en realidad no lo era. ¿Cómo estamos educando a las generaciones futuras? ¿Qué valores les estamos transmitiendo? ¿Cómo puede ser que a tan tempranas edades queden cegados por cantidades ridículas de dinero con las que, en la actualidad, poca cosa se puede hacer? ¿De quién aprenden eso de “Me lo juras”? Son cuestiones que deberíamos plantearnos, porque creo que algo hemos de corregir los mayores.