JUANA JIMÉNEZ ZAFRA: “Mi ilusión es que no se pierda el arte de la costura en Jaén”
Mariam López
Juani diseña, cose, arregla…Su madre ha sido como un talismán de suerte, porque fue quién la inició en la costura, porque no quería que se perdiera la tradición y el oficio de coser y porque, siendo quién inspira sus diseños, le ha llevado a crear obras de arte que lucen nuestras mujeres jaeneras. De su marido dice que la apoya sin decir nada, sólo con su mirada sabe que tiene su ayuda incondicional, animándola en cuanto emprende.
Juani diseña, cose, arregla…Su madre ha sido como un talismán de suerte, porque fue quién la inició en la costura, porque no quería que se perdiera la tradición y el oficio de coser y porque, siendo quién inspira sus diseños, le ha llevado a crear obras de arte que lucen nuestras mujeres jaeneras. De su marido dice que la apoya sin decir nada, sólo con su mirada sabe que tiene su ayuda incondicional, animándola en cuanto emprende.
Es una mujer concienciada de lo que las féminas valemos y podemos aportar a nuestra sociedad, y así lo expresa, apoyando a cuantas mujeres aún no creen en sus posibilidades, que se sienten de algún modo atrapadas, para que luchen y destaquen por sí mismas, como ella. La belleza de sus vestidos rocieros, su elegancia, arropa y engrandece la hermosura de la mujer jaenera que los luce.
—¿Cómo llegó al mundo del diseño?
—De manos de mi madre. De mocita, la pusieron a coser con los mejores sastres de Jaén. Después, se convirtió en su oficio y, más tarde, por desgracias de la vida, con 30 años perdió a dos hijos al mismo tiempo y, en lugar de antidepresivos, su propia terapia fue coser noche y día. Pero la vida no terminó de castigarla y, poco después, falleció mi padre, dejándola sola con tres hijos que sacar adelante, y así lo hizo, armada de valor y coraje a base de coser. Por lo tanto, podría decir que he crecido viendo la costura de cerca. Al principio casi me forzó a seguir su oficio de costurera, porque con el paso del tiempo se estaba perdiendo y porque ella había salido adelante gracias a él. De algún modo quería que yo también pudiera hacerlo si lo necesitara. Pero luego me fui metiendo y metiendo, conociendo el mundo del diseño, que me atrajo tanto, por lo que puedes expresar en él, hasta que hace seis años puse mi primera tienda en el casco antiguo.
—¿Fueron duros sus inicios?
—Mucho. No sólo por el desembolso económico y la ilusión que le tienes que poner, sino porque coincidieron con las obras de Martínez Molina, que duraron muchos meses, y que me hicieron cerrar, ya que el polvo arruinaba mis vestidos, y la inaccesibilidad a la tienda hizo perder clientela. Un desastre.
—¿Cómo salió adelante?
—Me armé de valor y me eché a la calle a buscar clientela. Entré en la Cofradía de Nuestro Padre Jesús ofreciéndole la confección de túnicas que yo misma hacía y, por fortuna, me encargaron muchas. Luego, a través del Ayuntamiento, cuando expuse la ruina que me había supuesto las obras del barrio, ya el PSOE, que aún no gobernaba, me brindó su apoyo y, en la campaña electoral, me encargaron confeccionar las pañoletas con su mensaje electoral. Y gracias a ello, poco a poco me fui recuperando hasta poder volver a poner mi propia tienda.
—¿Qué diseña?
—Nos dedicamos a todo tipo de diseño, confección y arreglos. Ahora, en particular, estamos con la Semana Santa en puertas y lo que más se demanda son trajes de nazareno y de mantilla. Nosotros los confeccionamos de todas las cofradías y, para muchas de ellas, por encargo. También estoy preparando con Carmen Guerrero, de quién recibo mucho apoyo, los regalos para el próximo Día de la Mujer. Hacemos de todo, por ello el nombre de nuestra tienda, porque lo hacemos todo al “Capricho” del cliente. Pero, debo confesar que mi preferencia y mi debilidad es el diseño de vestidos rocieros.
—¿Cuál fue su primer diseño?
—Mi vestido de novia. Siempre me hizo ilusión diseñarlo yo misma.
—¿En qué se inspira para diseñar sus trajes de rociera?
—En realidad, la inspiración no viene de mí, sino de mi madre, y yo la plasmo.
—¿Ha paseado su moda rociera en alguna pasarela?
—En mayo del año pasado, en la Plaza de Santa María, se hizo un pase de mis modelos, sólo de “Confecciones Capricho”. Desde aquí mi agradecimiento a José Montané. También hice una pasarela en la pasada Feria del Toro, en la Institución Ferial de Jaén. Todo poco a poco, ¿no?
—¿Llegará a Cibeles?
—¡Uf! Eso es un sueño que creo inalcanzable, aunque mi tesón, mi ilusión y mi trabajo pueden conseguirlo, pero sin los excesos que muestra dicha pasarela. Me refiero a mostrar con dignidad a la mujer, no a los esqueletos que se pasean por ella. En fin, llegar a Pasarela Cibeles: “De ilusión también se vive”.
—¿Cree que el cuerpo de extrema delgadez que se nos muestra en las grandes Pasarelas es el indicado para lucir un vestido rociero?
—El tipo más indicado es el de la mujer andaluza. Un buen traje rociero requiere para lucirse curvas: caderas anchas y buen pecho. La delgadez que se luce en otro tipo de pasarelas será perfecta, aunque no lo creo, para otro tipo de moda, pero no para la rociera.
—¿Qué talla normal o media usa la mujer jiennense en este tipo de vestido?
—La talla 42 o la 44.
—¿Qué se va a llevar esta nueva temporada en color y diseño de vestidos rocieros?
—El morado y el malva, sobre todo el malva, con un estampado muy florido, los lunares casi desaparecen. Se van a llevar los vestidos muy entallados y con los volantes desde la rodilla hacia abajo. Marcando mucho.
—¿Y los complementos?
—Los complementos son fundamentales para lucir un vestido rociero. Se llevarán los que resalten sobre el color del vestido, en otra gama de colores. Pero, sobre todo, que resalten en la mujer que lo lleve, atendiendo a su color de pelo, de piel y sus ojos, más que en la tonalidad del propio vestido.
—Y sobre precios, ¿cuánto puede costarnos uno de sus vestidos rocieros?
—Nuestros precios se ajustan a cualquier bolsillo, pero depende. Hay quien quiere diseños exclusivos y la exclusividad se paga, aunque el diseño y la confección merecen la pena y el precio puede oscilar entre 1.000 y 1.500 euros. Pero un vestido rociero normal, que no digo con ello vulgar, todo lo contrario, puede costar de 150 euros hacia arriba.
—Usted diseña, ¿pero quién le ayuda en la confección?
—Tengo conmigo un gran equipo de mujeres que me apoyan para todo y que son, ante todo, grandes profesionales y conocedoras de la moda. Tengo un taller en la calle Martínez Molina.
—¿Qué momento vive Jaén en cuanto a diseño?
—Al diseño en Jaén le falta un empujón, un apoyo institucional para ser conocido y reconocido. Creo que los diseñadores que estamos, dejaríamos, aquí y fuera, muy bien la moda creada en nuestra tierra, pero necesitamos un impulso.
—Hábleme de sus nuevos retos e ilusiones en el mundo del diseño.
—En primer lugar, mi nueva tienda en la calle Colón, encima del Teatro Darymelia. Espero que tenga tanto éxito como las otras. Mi gran ilusión, sobre cualquier otra, es poner una Academia de corte y confección para enseñar a aquellas mujeres y jóvenes de Jaén que quieran, porque se está perdiendo lo que es coser, todo un arte.
—¿Cuál es su prenda fetiche?
—Un vestido de novia rociero.