JUAN PEDRO MARTOS CABRERA: "Cada pieza de mi tienda ha pasado por mis manos"

Juana Valdivia
Nos recibe en su tienda de antigüedades, ubicada en la calle Tres Morillas, número 20, junto con su joven y encantadora madre, Capilla. Yo, amante de lo antiguo, localizo entre la ordenada disposición del mobiliario, una bella máquina de escribir; me sorprende el precio con algún cero de menos de lo que esperaba.

    06 dic 2009 / 11:08 H.

    —¿Qué significa para usted la restauración y la venta de antigüedades?
    —Es un trabajo que me apasiona. Empecé muy joven con este negocio, después de diecisiete años. Cada día me siento más a gusto y satisfecho de haberme dedicado profesionalmente a las antigüedades.
    —¿De dónde provienen las piezas que se encuentran en su tienda?
    —En un principio, era más fácil encontrar antigüedades, porque en España en general ha habido poca cultura de conservar mobiliario y enseres. Con el paso del tiempo, el aprecio de los particulares por lo antiguo nos ha complicado el trabajo a los anticuarios. Son decoraciones preciosas y con una calidad magnífica porque han sido realizadas por expertos artesanos. Debido a la dificultad en encontrar piezas, nos abrimos campo en Madrid, Barcelona o Valencia, grandes ciudades donde la población ha pasado de vivir en grandes casas o palacetes a apartamentos. De ahí hemos pasado a suministrarnos mucho material de Francia, país que ha sido cuna del mueble. De estas ferias internacionales importamos muebles de una calidad excelente, con materiales como la palma de caoba, nogal o roble.
    —En concreto, ¿cuál es su trabajo?
    —Compro y restauro las piezas yo mismo. Cada uno de los artículos que hay en la tienda ha pasado por mis manos. Las mimo, son algo mío y llegas a quererlas. El gran problema de las antigüedades es la restauración, el mueble antiguo por fuerza tiene que tener restauración, ya que hay un paso de mínimo cien años por él. Hay que retirar las capas de aceite y polvo que se han acumulado a lo largo de los años, desinfectarlo, pintarlo por dentro, restaurar los desperfectos de falta de piezas o roces. Por norma general, restaurar un mueble es más caro que el mueble en sí. Por eso me he especializado en restauración. Como el negocio es familiar y no hay intermediarios,  hemos reducido mucho los costes. De esta forma el precio de uno de nuestros muebles se equipara al de uno actual.
    —¿Qué concepto cree que tiene el gran público de las antigüedades?
    —Hoy en día quizás todavía se tenga una idea equivocada del valor de la antigüedad, sobre todo la gente joven piensa que son caras. Nosotros, con nuestra dedicación, tesón y cariño, les estamos haciendo ver que nos es así, que se puede tener un mueble antiguo al precio de uno de ahora, pero con la calidad y la belleza de los antiguos. Las maderas y acabados de estos no pueden compararse con los muebles de hoy. Los antiguos son todos de maderas nobles: nogal, caoba, roble, etcétera, y conllevan un trabajo increíble. Tienen pasado, presente y futuro. Pasado porque son de nuestros antepasados; presente porque son fáciles de mezclar con otros estilos, siempre quedan bien, y futuro porque la calidad de sus maderas hacen que  puedan  conservarse como hoy otros cien o doscientos años más.
    —Con respecto al presente. ¿Cómo se combinan los muebles antiguos con la corriente minimalista actual?
    —El mueble moderno es copia del antiguo. Por ejemplo, los muebles actuales de líneas rectas —tan de tendencia— ya existían con el art decò; estilo que surge en los años veinte con líneas rectas, muy ligeros y con unas calidades en madera de nogal. En mobiliario está todo inventado, ya que ha acompañado a la persona a lo largo de la historia. Por eso, es fácil la incorporación de un mueble antiguo al estilo del mobiliario actual. Si te gusta una línea muy recargada y barroca, puedes introducir un mueble de estilo renacentista muy tallado y decorado. Si, por el contrario, tu estilo es algo más delicado y ligero, puedes combinarlo con el isabelino, donde las terminaciones de marquetería son muy elegantes. Si la decoración de tu casa es más moderna o sofisticada, poténciala con piezas art decò  con suaves líneas onduladas, sin ningún tipo de talla. Hoy los decoradores mezclan estilos de manera prodigiosa y con resultados espectaculares.
    —¿Cuál es el tiempo de clientela que frecuenta su tienda “Tres Morillas”?
    —Desde un niño que está empezando a coleccionar, entendiendo por coleccionismo aquellas piezas a partir de cincuenta años de antigüedad; particulares para sus viviendas o empresas hosteleras que buscan un estilo determinado en el mobiliario, tiendas que buscan una decoración muy específica, ...  El perfil es amplio y variado.
    —Además de muebles, ¿qué otras antigüedades o artículos de colección podemos encontrar en su tienda.
    —Normalmente, el anticuario se centra en una especialidad, pero nuestro campo es muy amplio. Cerámica, cristal, relojes, cámaras de fotos, plumas estilográficas, programas de cine y moda del siglo XIX de los que se han sacado láminas para cuadros (Va sacando de las vitrinas preciosos objetos que me enseña). Además dispongo de un espacio en otro local dedicado a lo rústico, enseres que hace más de cien años utilizaban los hombres y mujeres en su vida cotidiana. Aperos del campo y los animales, utensilios como pesos, romanas, balanzas, artesas, narrias, celemines, cuartillas y distintas medidas, almireces, morteros, molinillos de café, entre otras muchas. Una tienda de antigüedades tiene magia y puedes encontrar sorpresas como una prensa de libros, un tintero o un piano pianola del siglo XIX. (Mientras hablamos Juan Pedro se acerca al piano y su madre lo invita a tocar. Suenan unos acordes de profunda melodía que al finalizar aplaudo con entusiasmo). Intentamos que todo sea una sorpresa y encuentres objetos, como unos prismáticos de ópera de nácar o un bolso de plata.
    —Podría continuar ho- ras y horas hablando con usted, pero todo lo bueno se acaba. ¿Le gustaría añadir algo?
    —Quiero aprovechar para desearles unas Felices Fiestas e invitar a  todo el mundo a venir a Tres Morillas con el sólo interés de disfrutar. Que padres e hijos puedan dialogar sobre costumbres y formas de vida diferentes a las actuales, como que las mujeres iban a lavar la ropa con un cesto a unas pilas, del tamaño de los aparatos de radio, de la forma mecánica de moler el café, de las planchas de carbón, los calentadores de cama, o el brasero. Debemos de enseñar a nuestros hijos lo que han vivido nuestros antepasados. En realidad esta tienda es como un museo y, como tal, todo aquel que quiera venir a visitarla será bien recibido.