Juan José Padilla: “Volví para ser torero y nunca para dar pena”
—¿Qué supone para usted torear en Jaén a beneficio de los enfermos de cáncer y también de sus familiares?
—Los toreros estamos dados a poner nuestro granito de arena en todas las entidades necesitadas. Me llena de orgullo poder estar en Jaén a beneficio de esta asociación porque sé que lo necesita. Hace una gran labor.
—Los toreros estamos dados a poner nuestro granito de arena en todas las entidades necesitadas. Me llena de orgullo poder estar en Jaén a beneficio de esta asociación porque sé que lo necesita. Hace una gran labor.

—¿El toreo sabe transmitir a la gente su cara solidaria?
—Estoy convencido de que sí. Nuestra cultura transmite muchos valores, como la humanidad y la comprensión con los más necesitados. Como torero, me siento muy honrado porque la gente sabe que nos entregamos.
—Usted es un ejemplo de superación para muchas personas que lo han pasado mal. Perdió un ojo y el oído en una plaza y sigue al pie del cañón. Más allá del toreo, ¿Se ve como un referente para muchas personas?
—Como ser humano y cristiano, cumplo con mi obligación. Dios me dio la vida de nuevo después de un percance delicado. Cualquier persona haría lo que yo. He sentido un gran apoyo de todos y eso te obliga a cumplir con tus retos y con tu vida. Creo que hay muchas otras personas anónimas que son referentes y ejemplos de superación. He cumplido mi obligación como persona, que ha sido mirar para adelante y ser capaz de recuperarme a la vida.
—El toro le ha quitado más que le ha dado o al revés.
—Estoy más que recompensado por el toro, el toreo y la vida. Soy tremendamente feliz.
—¿A usted le limita en la plaza tener tan solo un ojo?
—No sería muy responsable, ni muy profesional si saliera a la plaza limitado. Después de mi percance fui consciente de que todo empezaría de cero. Perdí 18 kilos, un ojo y la audición. Hice mis pruebas, me metí en el campo a entrenar y tuve claro que si lo hacía en un tentadero y a puerta cerrada, también lo haría delante de la afición. Soy muy responsable respecto a mi profesión. Por respeto a mis compañeros y a la afición, no me vestiría de torero si estuviera limitado.
—Lleva unos años de pleno disfrute en las plazas.
—He tenido un regalo de Dios y se me ofrece disfrutar de la parte amable del toreo.
—Cuando escucha la palabra Jaén, ¿Qué le sugiere?
—Jaén es para mí una ciudad con valores y con una industria basada en el aceite que no para de crecer. Su gente es muy acogedora. Conozco Jaén desde muy niño, ya que en 1987 visité esta tierra para torear. También he sido un turista más. Me encanta el corazón que tiene la gente de Jaén.
—¿Siente el cariño de la gente?
—La afición me quiere mucho y me respetan, pero también me exigen. Yo he vuelto para que me exijan como a los demás y no causar ni pena, ni lástima. Yo dejo entrega y pasión por la profesión en cada plaza y, luego, que lo juzguen los aficionados.
—¿Cómo se recuperan los aficionados que perdemos en la plaza?
—Hay que convencerlos de que la tauromaquia es nuestra cultura. Está forjada en el tiempo y basada en el arte. También tenemos que recuperarnos de la crisis. Así volverá la confianza del aficionado.
—¿Cómo es Juan José Padilla fuera de la plaza de toros?
—No pierdo la identidad de la plaza, pero soy muy normal. Casero, familiar y rodeado de amigos.
—¿Si su hijo le dice que quiere ser matador de toros?
—A Martín no lo veo con ánimos. Le enseñaría mis conocimientos y llevarlo por el buen camino. Creo que no lo pedirá. Tiene las equipaciones del Real Madrid y le encanta jugar al fútbol.
—¿Qué le diría a esos aficionados que no saben si ir al festival?
—Doy las gracias al maestro Ponce por contar conmigo. Hay un cartel variado, pero tiene un gran fondo de humanidad. Los jiennenses no deben mirarse el bolsillo y aportar su granito de arena.