Juan Antonio Albacete Anquela: “Al futbolista no le puedes mentir nunca, si lo haces estás perdido”

El niño que miraba el campo de “La Victoria” desde la ventana de su colegio se convirtió en jugador del fútbol. Jugó en el Real Jaén, debutó en Primera División con el Elche. Fue futbolista del Córdoba, del Albacete, del Linares… cumplió su sueño de pisar un campo de fútbol y vivir de un deporte que le apasionaba. Sin embargo, cuando uno ama profundamente lo que hace, no puede abandonar su actividad, si hay una posibilidad de seguir en ella.

19 jul 2015 / 08:39 H.

Anquela se hizo entrenador y, cuando se decidió a salir de Jaén, entrenó al Huesca, al Águilas y al Granada en Primera, pero antes de eso, firmó con el Alcorcón  una de las noches más épicas del fútbol español: la noche que eliminó, dirigiendo a un equipo de 2B, al Real Madrid de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu. Antes había ganado en casa ampliamente, pero lo difícil era superar la prueba en la que muchos grandes de Europa se hundieron. El gran Madrid de las noches mágicas no pudo con un equipo de once hombres dirigidos por un entrenador que llevó la confianza de los suyos al límite. Noches como aquella explican la grandeza del fútbol y de quienes lo respetan. Juan Antonio lo cuenta y es más feliz por la alegría de los suyos que por el triunfo en sí: filosofía de equipo.
—El fútbol está irreconocible…
—Es una historia distinta. Yo jugaba a otro juego distinto al que juego ahora. Dentro se parece todavía un poco, pero fuera del campo ya nada es igual. Todo ha cambiado. Fuera del terreno de juego todo gira en torno a cosas que tienen poco que ver con lo que yo he conocido, intereses, monopolios y cosas de las que dependes sin que, en realidad, tengan que ver con el juego. Cada día es más complicado seguir en esto. Si tienes tiempo, estudias y pagas… puedes.

—Mandan, como en todo, los intereses económicos….
—Esa parte no es tan mala. Claro que manda lo económico, pero, antes, se vivía por encima de las posibilidades y si no podías gastar, gastabas, con lo que, al final, perjudicabas a los profesionales y al club. Hoy eso es imposible. En la Liga de Fútbol Profesional eso no es posible, hay un control que antes no existía. Ahora las cuentas son muy claras y eso me parece muy bien.

—¿Para ser entrenador hay que haber jugado al fútbol?
—No lo sé. Para unos sí y para otros no. Dicen que los que no han jugado al fútbol, lo que les falta, lo han estudiado. No lo sé. Creo que los que hemos entrenado partimos con una ventaja ahora, cuando rueda el balón, ya es otra cosa, estamos en manos de los futbolistas y no hay más. Cuando entro a un vestuario miro, recuerdo, pienso lo que yo pensaba cuando estaba allí cómo futbolista. Todo eso te ayuda, te acerca a la realidad porque, en fútbol, las situaciones se repiten y si ya las has vivido tienes un camino hecho. Piensas en lo que hizo tal entrenador en una situación parecida, qué reacción tuvo el vestuario. Es una ventaja, pero hay distintas formas de verlo.

—¿Le han marcado mucho sus entrenadores?
—He aprendido de todos. He tenido grandísimos entrenadores y de otro tipo. De unos  aprendí lo que se debe hacer y de otros lo que no se debe hacer, pero de todos saqué enseñanzas. Sin embargo, el entrenador que a mí me marcó y del que aprendí mucho fue Tolo Plaza. Fui su segundo en el Real Jaén y comprobé su gran categoría y sus conocimientos de fútbol. Él me marcó especialmente. Personalmente creo que las cosas se pueden hacer por narices o por convencimiento. Yo creo que las cosas o las haces por convencimiento o estás muerto. Tienes que intentar que los futbolistas crean en ti. A un futbolista no le puedes mentir nunca. Si mientes al jugador lo pierdes todo. El futbolista suele ser egoísta y te perdona muy poco ese error.

—La mentalidad del futbolista de hoy es diferente, ha cambiado…
—Antes, ser futbolista era un oficio, una profesión. Hoy es diferente. Si encuentras jugadores con esa concepción del fútbol quieres que te duren mucho en tu equipo. Ahora, antes de que un jugador dé dos patadas al balón, ya tiene a un montón de personas que le aconsejan, le representan y le quitan problemas. El futbolista de antes, podía ser mejor o peor, pero sabía el oficio. Sabía lo que tenía que hacer en cada momento y sabía cómo hacerlo y ahora lo das todo “mascao” y ni así. Es una pena pero prevalecen los intereses individuales frente a los colectivos.

—Alcorcón fue un antes y un después….
—Aquello fue lo más grande que me ha pasado en todo los sentidos. Lo del Real Madrid fue lo que más sonó,  pero hicimos cosas muy importantes. Ascendimos a Segunda y nos quedamos a un gol de llegar a Primera. Allí tenía un equipo de hombres, comprometido, de calidad y sabiendo a lo que jugábamos. Un presidente que nos ayudaba y que jamás se metía en mi parcela. Fue una situación idílica con la que hicimos disfrutar a mucha gente y eso es lo que cuenta.

—¿Cómo recuerda aquellas dos noches de Copa?
—Nosotros sabíamos que aquello era para disfrutar. Por la mañana, en la charla, les canté la canción de Serrat: “Hoy puede ser un gran día” y les dije que nosotros íbamos a ser la cenicienta que, de diez a doce, bailaría con el príncipe. A las doce habría terminado el baile y debíamos aprovechar el tiempo y pasarlo lo mejor posible. Luego, en el campo, vi llegar a los jugadores del Real Madrid como un poco fastidiados por tener que jugar ese tipo de partidos incómodos. No sé qué pensé, pero al ver su alienación me fui al vestuario y le dije a los míos: “Chicos vamos a disfrutar y no pensemos en otra cosa”.

—Sin embargo las cosas salieron bien….
—Cuando íbamos 2-0 le dije a mi segundo: “En menudo lío nos estamos metiendo” y él me dijo: “Míster, que nos quiten lo bailao”. Entramos al descanso ganando 3-0 y todavía les eché la bronca, pero todos sabíamos lo que estábamos haciendo.

—Al final 4-0 y a esperar la vuelta…
—Por la mañana no pudimos entrenar. Había más de cien periodistas allí. A mí me llamaron de medio mundo, pero nosotros lo teníamos claro. Nuestro objetivo era ascender y no podíamos distraernos. De hecho, creo que no perdimos ni un partido a partir de ese momento y ascendimos a Segunda. Lo del Bernabéu fue inolvidable, ese era el partido. El Madrid le puede remontar cuatro goles a cualquiera en su campo pero a nosotros no nos remontó. Tuvieron una al principio que nos hubiera matado pero no marcaron. Nos ganaron 1-0 y la rueda de prensa fue terrible, querían que matara al Real Madrid. No podía hacerlo, al Madrid y al Barcelona no les puedes perder el respeto nunca, ni ganándoles. Fue una noche histórica. Recuerdo que al salir de la sala de prensa un directivo del Madrid me dijo: “Su comportamiento en la sala de prensa demuestra que es usted un caballero”. Con eso y la alegría de mi gente me quedo. Después de aquello seguimos y cumplimos el objetivo, que era lo importante, pero todos los que participamos en aquella eliminatoria, todos, tenemos un antes y un después de ese día. Sin duda.

—¿Qué recuerdos tiene del Real Jaén?
—Yo al Real Jaén le debo mucho. A mí el Real Jaén me formó como persona y entonces eso no era fácil, pero yo tenía mis ideas claras y el club me ayudó a la hora de crecer como persona. Yo quería ser futbolista y el Jaén me dio esa oportunidad y la de vivir momentos muy bonitos y muy importantes. Ahora lo miro con mucha pena, porque el Real Jaén no debió de bajar de Segunda. Había en la categoría equipos mucho peores que el Real Jaén y me pareció muy injusto que perdiera la categoría. Creo que esa temporada el equipo estuvo a un grandísimo nivel y fue una desgracia que bajara. Sabía a lo que jugaban y nunca temieron bajar… hasta el final. Una pena.

—¿Qué recuerdos le trae la figura de Juan de Dios Real “Juande”?
—A Juande no se le ha hecho justicia en Jaén. A cada futbolista que le preguntes te dirá lo mismo: “Le debemos mucho”. No sé qué ha pasado ni qué tiene que pasar para que se recuerde lo que aquel hombre hizo por nosotros y por el Real Jaén. Cada vez que necesitabas algo ahí estaba. Creo que alguien debiera hacer algo para poner su imagen donde corresponde. Se lo merece de sobra.