Juan A. Ruiz Espartaco: “Ahora toreo mejor, pero lo veo más difícil”

—¿Qué supone para usted torear en Jaén a beneficio de los enfermos de cáncer y también de sus familiares?  
—Es un honor. Volver a Jaén y participar en el festival, en el que ya ha estado otras veces. A mí me llena de felicidad. Tengo que agradecer al público de Jaén porque me ha apoyado en mi carrera profesional. De ahí que volver me transmite ilusión y mucha responsabilidad. Llevo tiempo retirado del toro y quiero estar bien.

—¿Qué recuerdos le traen Jaén y su afición taurina?  
—Todos son buenos. Tanto en la capital, como en la provincia. Han sido plazas talismanes durante toda mi vida. Y ahora que me llaman, otra vez, para torear el festival, pues mucho más.

—¿Viene mucho por aquí?  
—Paso mucho y voy bastante. Tengo en Jaén muchos amigos. Aunque esté algo más desconectado del torero porque mi actividad taurina no es la misma después de la retirada, siempre la considero una tierra para visitar y estar con la gente querida.

—Asume un reto muy fuerte. El Domingo de Resurrección estará en la Real Maestranza de Caballería. Si usted está retirado, ¿Cómo da este paso adelante?  
—Sí que es un reto complicado y bastante difícil. Me lo han pedido por mi tierra, que es Sevilla, y por la Maestranza. Me hubiera gustado decir que no, pero no he podido. Esa plaza me lo ha dado todo y me han pedido algo de ayuda, por lo que no podía negarme. Se trata de un reto muy bonito. Estaré ese día nada más, por lo que espero que Dios me ayude y ofrecer una gran tarde.

—¿No se anima a continuar y hacer temporada taurina?  
—No. Qué va. Para nada. Esto está muy difícil y le doy un gran mérito a los toreros. Para mí, son súperhombres, genios. Están ahí, cada día, dando la cara y arrimándose al toro. En cambio, las posibilidades que tengo no son para eso. Tengo otros objetivos e ilusiones. Torearé esa corrida y me encantaría seguir con los festivales benéficos, pero no vestido de luces para hacer temporada.

—Usted marcó una tendencia a finales de los ochenta y comienzos de los noventa. ¿Qué le ha enseñado el toro?
—Disciplina, respeto, tesón, responsabilidad y una educación profesional y profesional. También conocimiento y valorar lo que he conseguido. Pero esto no solo me lo ha dado el toro. También el público que acudía a las plazas, que me ha ayudado.

—Fue de los diestros que más toreó en una etapa. Se ha puesto delante de muchos toros. Pero, ¿considera que el animal que sale ahora a las plazas y que será el que encontrará el Domingo de Resurrección en Sevilla ha cambiado o se parece al de hace 25 o 30 años?   
—Es el mismo toro. Ahora, a veces, se mueve un poco menos. Antes contaba con más movilidad, pero para mí no es el mismo porque yo tengo una edad diferente. Lo veré más difícil. El tiempo no pasa en balde porque el astado siempre sale con los mismos años y la misma fuerza. No obstante, esto hay que suplirlo con calidad y hacer las cosas bien.

—Cuando un torero cumple años sabe más y adquiere mayor madurez. Esto hace que se vea antes el peligro y la dificultad. En ese momento, ¿Cuesta más vestirse de luces?
—Con más edad, se torea mejor. El toreo va metido en la cabeza y, cuando embiste un animal, te relajas más y haces las cosas con un mayor gusto. Sin embargo, te cambia la edad y, sobre todo, el sitio, que se coge cuando estás, cada día, en la plaza. También se conoce más el peligro y el torero mayor busca otras cosas diferentes. Ver al Espartaco de antes resulta difícil. Notarán que expongo más y que hago más cosas, pero no las mismas. A mí me falta fuelle. Si lo tuviera, haría temporada.

—Faltan aficionados en muchas plazas. ¿Cómo los recuperamos?  
—Les pido ilusión para ir a los toros, valorarlos y sentirlos.

06 mar 2015 / 12:27 H.