JOSÉ MANUEL MORENO PONCE: “El flamenco me ha forjado, es mi forma de vivir”

María Dolores García Márquez
Expresa con firmeza que su vida cobra sentido desde el flamenco. Cree que cada persona nace para algo, y que de todas las cosas que sabe hacer, la que mejor se le da y la que más feliz le hace es tocar la guitarra. A sus treinta años ha hecho giras por toda España, Suiza, Túnez, Francia, Italia, Bali, Alemania, Líbano.

    08 feb 2009 / 11:27 H.

    —¿De dónde le viene el sentimiento por el flamenco?
    —Mi madre es de Valverde del Camino. Allí de pequeño, mientras jugaba al futbolín con mis amigos, escuchaba cantar fandangos a los mineros. Aunque entonces no sabía que eso era flamenco, iba calando en mí. En casa se ponían discos de Perlita de Huelva y hay matices que se van quedando en el oído. Tenía 7 años cuando mi tío me compró mi primera guitarra. En unos campamentos conocí a Carmelo, que tocaba la guitarra, y volví alucinado. Por entonces yo escuchaba a Metálica, Iron Maiden y me pasaba el día sacando canciones de oído. Mi madre veía mi empeño y se fijó en un cartel que decía que daban clases de guitarra en la Peña Flamenca de Jaén. Y ahí empecé; Paco Aguilar fue mi maestro, un gran guitarrista y una gran persona. Entonces yo tenía 18 años y aún sigo aprendiendo de él. Después he tenido otros maestros: Paco Serrano; Merengue, en Córdoba y, en Jerez, Pascual de Lorca, José Luis Balao. Pero Paco Aguilar fue el que más me marcó. Al mes estaba tocando por Fandangos. Mi padre y él me llevaron a comprar mi primera guitarra artesana a Marmolejo, a un constructor, sobrino de Jerónimo Peña.
    —¿Por qué el flamenco?
    —Es una cultura, una forma de levantarse por la mañana, de acostarse por la noche, de tratar a la gente; voy andando por la calle y llevo una melodía en la cabeza. Hay un José Moreno guitarrista y un José Moreno persona, y para hablar de este último hay que hablar del flamenco. Es lo que más amo, el flamenco ha forjado mi persona, es mi forma de vivir. Hay vacío si no se tienen los sentidos abiertos a las cosas, mirar pero no ver, oír pero no escuchar, la música facilita la comunicación de los sentimientos
    —Y, ¿se vive del arte?
    —Cuando digo que me dedico al mundo artístico, algunos se echan las manos a la cabeza y dicen que debería buscar un trabajo fijo. Hay personas que nacen, crecen, estudian, se reproducen, trabajan y mueren; conozco gente que teniendo un gran puesto de trabajo, el riñón totalmente cubierto, a sus hijos en su casa con carreras, una mujer maravillosa, sufren ansiedad cuando llegan a los cincuenta porque no saben para qué han nacido. Algunos hombres piensan como viven, otros viven como piensan. Yo creo que sólo hay una vida, una, y mientras pueda voy a vivirla con el flamenco. Evidentemente tengo ayudas, me he formado en Informática y hago diseños de páginas web y algo de publicidad.
    —¿Cómo lo vive su familia?
    —Quienes nos dedicamos al arte nos hacemos un poco paranoicos; componer es complicado y soy muy autocrítico, siempre estoy buscando, analizando. Pero a pesar de que hay cosas que no entienden, me apoyan siempre. Respetan el que haya momentos en que coja mi guitarra y me encierre durante horas, y lo hacen porque saben que sin eso no soy una persona completa.
    —¿Es difícil ser artista en Jaén?
    —Quiero mucho a mi ciudad, pero en el arte, Jaén desgraciadamente es un desierto. En Jerez, lo de Jerez es lo mejor, en Sevilla, lo de Sevilla es lo mejor, aquí todo lo que no sea de Jaén parece lo mejor; hay más interés en que el rival no avance que en nuestro crecimiento personal. Creo que quien se conforma con un nivel básico y suficiente para destacar en el sitio donde está, contribuye al desierto. Pero aquel que conoce su camino y se lo curra, con todas las limitaciones, aunque haya 50 mejores, es feliz con lo que hace. Y cada uno con su personalidad y su carácter tiene su sitio. Eso sí, el trato de la gente de Jaén ya lo quisieran en Jerez, en Sevilla o en otros sitios, pero en el nivel artístico es una pena. No hay más que ver el calendario de actos del Teatro Infanta Leonor; al artista de Jaén no se le cuida.
    —¿Y defenderse en otras provincias de caché flamenco, siendo jaenero?
    —Las cosas se demuestran sobre el escenario y nadie dijo que fuera fácil; ahí están mis estudios y mi trabajo. Mi mejor reconocimiento es que vengan a buscarme bailaores, son ellos los que me han de valorar, yo trabajo para ellos. No soy concertista, porque lo que me gusta es que mi música sirva al baile y al cante. El baile es música, la melodía la ponemos la guitarra y el cantaor y el ritmo el bailaor.
    —Háblenos de su trayectoria profesional.
    —Empecé a tocar para el baile, con Lourdes Castillo. Pero necesitaba comprobar si realmente servía para esto; por eso llamé a mi maestro de Jerez, Pascual de Lorca, cogí mi maleta y me fui allí, donde hay cientos de guitarristas que van cobrando 30 euros por actuación. Tocaba la guitarra 12 y 13 horas al día, el piso de alquiler se me caía encima. Pasado un mes me llamó una bailaora de la compañía de Antonio el Pipa para actuar en los Viernes Flamencos de Jerez que, junto a los Jueves Flamencos de Cádiz, son muy conocidos en este arte. En ese momento todo el esfuerzo empezó a cobrar sentido. Antonio el Pipa, tras mi actuación me llamó para impartir clases en su academia, y poco después me contrató para la Expo de Suiza y, a la vuelta, en la Fiesta de la Bulería. Después volví a Jaén, porque quería estar aquí, esta es mi ciudad, y desde aquí he seguido colaborando con artistas como Javier Latorre, Rafael Campallo y Vicente Fernández.
    —¿Qué significa Jerez para usted?
    —Allí hay sal. Siento necesidad de ir todos los años, y todavía cuando llego respiro diferente. Es la cuna del cante, Lebrija, Utrera, Jerez, El Puerto, Cádiz, el triángulo que vio nacer el cante flamenco. Mantiene una flamencura que no es normal.
    —¿El flamenco se estudia, se aprende?
    —Para mí lo de que “se nace” no es del todo verdad; tú puedes tener facultades pero si no has estudiado a Mairena, Caracol, La Niña de los Peines, El Chaqueta, La Perla de Cádiz , Morente, si no los escuchas, no tienes el conocimiento necesario para aprovechar esas facultades.
    —¿Y de la fusión de flamenco?
    —Opino que no se fusionan músicas sino músicos. Camarón tenía un terrón de azúcar en la garganta y la capacidad de sonar bien con todo, hasta con la Filarmónica de Londres. Para conseguir que la música empaste con coherencia se necesita que los músicos que lo van a hacer tengan poso y calidad.
    —¿Qué lugar ocupa la Universidad Popular?
    —Es un proyecto que merece la pena y que habría que prestarle más atención de la que tiene, y más medios, hay mucha gente joven en ella con ganas de hacer cosas, trabajando en la sede, en colegios, en los barrios.
    —José, un deseo.
    —Quiero que mi casa esté llena de risas, huela a jazmín y suene a guitarra.