JOSÉ CARLOS COLLANTES LÓPEZ. "Un sex shop es un negocio como otro cualquiera"
MARIAM LÓPEZ
José Carlos Collantes es un emprendedor que, hace veinte años, decidió establecer en Jaén un negocio por entonces impensable. Se trata de un sex shop y su experiencia y profesionalidad en este sector es el secreto del éxito de su tienda. Dice que siempre se ha sentido arropado y nunca ha notado los supuestos prejuicios de la sociedad, porque quien entra en su tienda lo hace con la misma la normalidad y naturalidad que en cualquier otra. Tal vez porque Carlos te recibe con cordialidad y con una forma de ser y estar que solo tiene la buena gente.

José Carlos Collantes es un emprendedor que, hace veinte años, decidió establecer en Jaén un negocio por entonces impensable. Se trata de un sex shop y su experiencia y profesionalidad en este sector es el secreto del éxito de su tienda. Dice que siempre se ha sentido arropado y nunca ha notado los supuestos prejuicios de la sociedad, porque quien entra en su tienda lo hace con la misma la normalidad y naturalidad que en cualquier otra. Tal vez porque Carlos te recibe con cordialidad y con una forma de ser y estar que solo tiene la buena gente.
—Cuénteme algo de usted y de cómo decidió montar un sex shop en Jaén.
—Yo soy de Granada y, con 20 años, comencé a trabajar en un sex shop de la capital granadina y, al año, fui ascendido. Montábamos franquicias de este tipo de establecimiento y yo me quedé con una de ellas, en concreto, con la tienda de Jaén. La monté con mucho cariño y decidí trasladarme a vivir aquí. Al año, rompí con la franquicia y con la sociedad que había creado, aunque conservé el nombre del negocio, que era mío. Entendí que mi vida tenía que ir por otros derroteros y no quería depender de nadie para tomar mis propias decisiones en cuestiones del negocio. Y, bueno, el próximo 8 de mayo, hará 21 años que Sex Center Ámsterdam está funcionando en Jaén.
—¿Fue difícil hacer arrancar un negocio de este tipo hace veinte años en una sociedad, digamos, aún reacia a esta clase de establecimientos en Jaén?
—Todos los comienzos son difíciles, pero, posiblemente, la inocencia de la juventud, el deseo de hacer algo distinto y ver cosas nuevas me ayudaron a tener tesón hasta consolidarme, aunque mi intención inicial, cuando llegué con la franquicia, era montar aquí la tienda y trabajar tres meses, pero me enamoré de esta ciudad y, sin dudarlo, decidí quedarme en ella. Todo negocio tiene un arrancar duro, no porque sea este en concreto. El negocio del sex shop a mí me parecía tan normal como otro cualquiera. Que se vendan artículos relacionados con el sexo satisface unas necesidades más de la población, cubre una parte que la sociedad venía reclamando. En mis inicios, influyó que era un momento en que aquí no existía un establecimiento parecido. Puedo decirte que jamás me sentí como un paria social ni mucho menos. Fui muy bien acogido cuando llegué y, de hecho, me quedé aquí y cuento con muchos amigos. También te diré que si la gente tiene prejuicios sobre este tipo de tiendas, yo no los conozco porque quien entra en la mía lo hace con la normalidad y la tranquilidad como se puede entrar en una zapatería, por ejemplo.
—¿Se necesita una preparación especial para estar al frente de un sex shop?
—Desde luego, es un negocio complicado, aunque todos lo son, pero este en particular necesita que se tengan conocimientos constantes de lo nuevo que ha salido al mercado y de para qué sirve cada cosa. Tenemos más de 800 artículos distintos y hay que saber dar una atención personalizada a la persona que viene buscando un artículo, porque no todos pueden adaptarse a la persona. Por ejemplo, si me piden unas bolas chinas, no se pueden vender sin más. En cualquier artículo hay que tener en cuenta el tamaño, el tacto, etcétera. Otras personas vienen solas o en pareja buscando algo distinto con lo que sorprender, como lencería, cosmética, lubricantes, aceites con sabor, con efecto calor o juegos de mesa, entre otros. Existe una serie de artículos que no son los que siempre se han relacionado con un sex shop, desde bromas para despedidas de solteros a lencería erótica de chica y chico y muchas cosas más fuera del vibrador o la cabina porno, que yo no tengo, y que es la idea que se tiene de este tipo de establecimiento.
—Han sido varios los negocios de este tipo que han intentado, sin conseguirlo, arrancar en la capital. ¿A qué cree que se debe el secreto de Sex Center Ámsterdam para mantenerse?
—Pues creo que a la mucha experiencia, a que es un negocio que tiene mucha variedad. No te puedes permitir estar obsoleto ni que te pidan algo que no tienes. Los artículos siempre deben estar en las mejores condiciones porque es algo muy íntimo y, por supuesto, que sean de la mejor calidad. Y, en primer lugar, como ya comenté, estar muy informado de las tendencias del mercado porque, por poner un ejemplo, el enfoque de la tienda en veinte años ya ha cambiado más de nueve veces, ya que hay cosas que dejan de funcionar y otras nuevas que hay que probar, dar a conocer, pero, para ello, hay que conocer los productos a base de viajar a ferias nacionales e internacionales del sector. Pero, bueno, el éxito de mi negocio es trabajar mucho, diez horas diarias y años sin vacaciones, pero es lo que me gusta, es mi tienda, es lo que comprendo y entiendo y no me pesa.
—¿Qué tipo de clientes tiene?
—De todo tipo, desde 18 a 90 años, tanto hombres como mujeres porque, aquí, se atiende muy bien a todo el mundo. Creo que todo el que viene, sale satisfecho. Fundamentalmente, es importante dar unas recomendaciones básicas sobre el uso de ciertos artículos y de su conservación, algo que la gente ignora totalmente y solo un profesional puede darle.
—¿Tiene página web?
—Sí, claro, www.amsterdamsexcenter.com. Es una página que está funcionando muy bien porque tiene variedad, los precios son competitivos y la gente se interesa mucho por nuestros catálogos. Pero yo siempre recomiendo una cosa, si se tiene la posibilidad, antes que comprar a través de la página, venir a la tienda para ver los artículos, el tamaño, el tacto y poder tocarlos. Nunca es igual comprar con la referencia de una foto que con la vista, el tacto en directo y el asesoramiento de un experto.
—¿Hay fechas en las que los artículos son más demandados? ¿Se nota la crisis?
—Tenemos que tener en cuenta que se trata de artículos de capricho, se venden todo el año, pero en Navidades o el Día de los Enamorados hay más demanda. Se trata de regalos que se amortizan de sobra un sábado por la noche porque lo disfrutan dos. Una pareja se compra un aceite para masaje, lencería erótica o un vibrador, por ejemplo, y puede pasar una noche estupenda, mientras que salir al cine, cenar o ir de copas costaría el doble y no es tan placentero. Además, no estamos ante productos caros. Por poner un ejemplo, un aceite para masaje afrodisíaco con sabor, un tanga erótico con cristales de Swarovski o un estimulador pueden rondar los 15 euros.
—¿Cuál es el producto más demandado?
—Hay muchos, por ejemplo, las cremas multiorgásmicas, las bolas chinas, los vibradores con mando a distancia que triunfan en las reuniones porque el chico es el que lleva el mando en el bolsillo y pone en funcionamiento el vibrador que lleva su chica cuando él quiere. Otros de los productos que se venden mucho son los perfumes de feromonas, que garantizan un triunfo casi seguro cuando se llevan o los tanga comestibles.