Jiennenses que persisten anclados en el paro
Situaciones límite. Aumenta el número de casos de familias jiennenses con todos los miembros desempleados. Las ayudas sociales son su única fuente de ingresos. Hay muchas historias con un denominador común: la ausencia de respaldo para subsistir. La provincia tiene 57.400 parados, según los datos del Observatorio Argos en el pasado mes de febrero. La cifra aumentó en relación con los dos meses precedentes: 54.603 (enero del presente ejercicio) y 53.529 (diciembre de 2013). En febrero del año pasado había 72.415 desempleados, cifra superior a la actual. Tras los datos —nada halagüeños en el mar de olivos— están los nombres, las familias que se agarran a prestaciones sociales, únicas fuentes de ingresos en contextos dramáticos. Aumentan los casos de hogares sin ningún miembro con contrato. “Que Rajoy conozca mi situación y luego me diga que la crisis está acabada”, comenta un jiennense, padre de familia y sin empleo. Los comentarios acerca del final de la recesión económica en España no atemperan una realidad: hay muchas personas que acumulan años sin conseguir una nómina para remontar. Los datos del Observatorio Argos —en febrero de 2014— son negativos tanto para hombres como para mujeres: 34.204 desempleadas y 23.196 parados.

Sin cobertura. La precariedad es alarmante en historias con un común denominador: quienes no tienen ningún tipo de apoyo. Han agotado las prestaciones sociales. O, peor aún, ni siquiera cuentan con familiares que puedan “rescatarlos”. El problema es notable para las administraciones públicas, que deben priorizar a los que reciben ayudas en listas de personas en riesgo de exclusión social. Resistir es la consigna de quienes ven pasar los días sin noticias alentadoras. El —supuesto— final de la crisis no esconde dramas humanos sin auxilio.
"ESTAMOS A PUNTO DE SER DESAHUCIADOS TRAS UNA PRÓRROGA Y NO TENEMOS A DÓNDE IR"
Jesús Cámara y Neiva Celtrán serán desahuciados en unos meses. Noviembre está fijado en su calendario. Entonces tendrán que abandonar su casa del número 10 de la calle Obispo González. El banco les concedió una prórroga que cumplirá el penúltimo mes del año. La pareja —con dos gemelos de tres años— no puede pagar su hipoteca. Acumula una deuda que ronda los cuarenta mil euros. La única fuente de ingresos es una prestación de cuatrocientos veintiséis que recibe Jesús Cámara. “Lleva ya cobrándola desde hace bastante tiempo. Solo le quedan un par de mensualidades”, explica Celtrán. Ella, centrada en el cuidado de los pequeños, está muy limitada a la hora de buscar mejoría. La última vez que vio dinero a cambio de trabajar fue hace dos veranos. “Hice un curso de promoción de habilidades de autonomía con prácticas en una residencia. Me pagaban dieciséis euros cada hora. Estuve solo cuatro meses”, recuerda. El horizonte laboral de Cámara tampoco invita al optimismo. Cuenta su compañera —están divorciados, pero tienen una relación cordial y viven juntos por circunstancias obvias— que en los últimos años solo lograba trabajar “cinco o seis veces” por temporada. Cámara dejó de ser feriante el verano pasado. “Ya no puede salir con su anterior jefe, porque este tiene deudas. No sabe qué hacer”, explica Celtrán. Sí ganó dinero —unos quinientos euros— merced a la recolecta olivarera. “Lo poco que consiguió tuvimos que dedicarlo a gastos de nuestros hijos”, agrega. “Lo que más nos gustaría es recibir respuestas de los altos cargos”, denuncia Jesús Cámara, decepcionado con la clase política. “Sé que hay mucha gente con problemas, pero nos gustaría que el señor alcalde echase un vistazo a nuestro caso”, solicita el ciudadano jiennense.
historia. Cámara y Celtrán lograron, a fines de enero de 2013, una moratoria del banco. Esperaban ser realojados con ayuda de políticos. Su situación sigue igual. “En noviembre nos desahucian. No tenemos a donde ir”, sentencian.
"NO SÉ SI VOLVERÉ A ALEMANIA O PROBARÉ SUERTE EN ÁFRICA"
Su caso refleja a la perfección el desplome del sector de la construcción en España. Manuel Cruz Amate llegó a tener a más de treinta empleados en la empresa obrera que fundó, Obras y Forjados Pellón SL. La firma capituló en el año 2006. Ahora, Cruz tiene cuarenta y seis años. Está sin trabajo y debe pagar una hipoteca. Residente en la calle Lucena de la capital, el jiennense no desistió al verse sin trabajo. Hizo la maleta y se fue a Alemania a comienzos del año pasado. “Conseguí empleo como oficial de primera. Llevo en la obra desde que tenía doce años”, expresa. Estuvo — a unos cien kilómetros de Berlín— acompañado de otros dos compañeros de edades similares. Compartían, además de la procedencia, un incoveniente, el idioma. “Es muy difícil. Una profesora alemana me daba dos clases diarias tres veces a la semana”, dice. Su “exilio” se truncó debido a un asunto familiar que lo obligó a regresar en octubre de 2013.
problemas. La economía de Cruz atraviesa un momento delicado. “Dos promotores me deben doscientos mil euros. Les he ganado el juicio, pero aún no me han pagado”, lamenta. Vive con su mujer y sus dos hijos, Sergio (veintidós años) y Lorena (diez) Cruz. El mayor, auxiliar administrativo, está desempleado. El padre, que ha pedido ayuda al Ayuntamiento, no descarta vender su piso para afrontar sus gastos. “No sé si regresaré a Alemania o probaré suerte en África. Parado no me quedo”, concluye.
"CUANDO DEJEMOS DE COBRAR UNA AYUDA DE 426 EUROS TENDREMOS MÁS PROBLEMAS"
“No sabemos qué hacer”. Manuel Rodrigo Martín, de cuarenta y seis años, confía en revertir una situación familiar muy delicada. Ni él ni su mujer tienen nómina. Él trabajó en una empresa de fabricación de remolques de septiembre a diciembre del año pasado. Su periplo, breve, concluyó en Nochebuena. “Antes de ese empleo llevaba dos años parado”, recuerda. Rodrigo confiesa que en los últimos tiempos no ha disfrutado de un contrato laboral duradero. “He tenido cosas puntuales, como algunas horas de camarero”, señala.
Belinda Filip tampoco puede generar ingresos importantes en la familia, pues carece de trabajo. Su principal ocupación es cuidar de Tatiana (catorce años) y Rubén (doce) Rodrigo, los menores de la pareja. La preocupación del matrimonio es notable: llegar a final de mes es cada vez más complicado. “Aún pagamos la casa y el coche. Hacemos maravillas para sufragar los costes”, apunta el marido. Manuel Rodrigo recibe una prestación de ayuda a las familias que no tienen trabajo —poco más de cuatrocientos veinte euros al mes— que será historia en medio año. “Cuando nos quedemos sin este dinero tendremos aún más problemas, vendrá el caos: no sabemos cómo cuadrarán las cuentas”, vaticina, realista, el jiennense, impotente al ver que mandar currículos “a cualquier sitio” no da resultados.
“Tengo el carné para conducir camiones, pero no me sale nada. También he buscado en otros sectores, como carpintería, metálica y hostelería. Y tengo cursos formativos relacionados con el mundo agrícola. Mi currículo da miedo. Solo me falta aprender inglés y pilotar un avión”, admite con humor, pese a la adversidad.
hogar. Como padre de familia, Rodrigo se centra en que la situación afecte lo menos posible a sus hijos. “Cuando llegan estas cosas no sabes qué hacer. Yo me apaño con lo que sea, pero mis niños no. Y el banco, tampoco”, reflexiona el jiennense. Asegura que conoce a “vecinos” que atraviesan dificultades.