Jiennenses por el mundo

Miles de jienenses de la capital se han despertado hoy, día de San Lucas, en un día laborable en cualquier parte del mundo, con la nostalgia de recordar su día de feria. Recuerdos de puestos de turrón y escalones en el antiguo ferial, olores a patata asada y albero mojado, sonidos de Orquesta Fusanc, Cantores de Hispalis y gritos en la Barca Vikinga.

    18 oct 2011 / 10:21 H.

    Al igual que ellos, muchos ciudadanos del mundo  añoran su tierra cuando llega el día de la fiesta de su pueblo, la romería de la Virgen de la Cabeza, o las hogueras de San Antón. La búsqueda de la supervivencia en forma de trabajo ha provocado tiempo atrás que muchos de nuestros vecinos pusieran rumbo a otras tierras, con la esperanza de encontrar francos de catorce pesetas,  identificándose cada vez más con su  lugar de trabajo y no tanto con su lugar de nacimiento. En la actualidad el perfil del emigrante que sale de Jaén es joven, con estudios universitarios, alto grado de conocimiento en idiomas y que no encuentra trabajo en su entorno. Con un tejido productivo aletargado y una administración pública con ventanillas abiertas y puertas cerradas, resulta lamentable cómo jóvenes de nuestra tierra indignados hoy, comprometidos por una causa mañana, e impotentes pasado mañana, opten por coger la maleta y el portátil y emprendan un viaje de ida, pero sin vuelta. Tanta inversión en capital humano en nuestra universidad, tanta ilusión en desarrollo endógeno y todo nuestro talento se nos van fuera a contribuir a la riqueza de otros estados. Nos queda la esperanza de formar parte de sus redes sociales y la satisfacción de saber que pinchan en “me gusta” cuando aparece el vídeo promocional “Jaén, Paraíso Interior”. Dicen que no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época y es cierto que en cuestión de dos décadas, el eje del atlántico se ha desplazado al Pacífico, como centro de negocios de este mercado global. El azote de esta crisis acrecienta las divergencias territoriales, más aún cuando lo público baila al son de los injustos mercados. Cualquier sociedad ha de tener como objetivo prioritario asentar la población a su territorio, a sus núcleos rurales, permitir el progreso a través del desarrollo de generaciones futuras en su entorno. Frente a la incertidumbre necesitamos confianza y esperanza. Para ello es fundamental establecer convenios de colaboración de las empresas de nuestro entorno, con grandes multinacionales que les permitan una internacionalización sin salir de casa. Resulta anecdótico y deplorable, como en una charla a universitarios de último curso, un chico preguntaba cuáles eran las salidas que tenían una vez acabaran su carrera, a lo que el ponente, irónicamente, respondía: “¿Salidas? Claro, existen varias: por carretera, por tren, por aire, incluso por mar”.
    Rafael Peralta es economista