Jiennenses entregados a los más desfavorecidos

Pepi Galera
Les mueve el amor. Un amor profundo a darse a los demás, al ser humano, a los más desfavorecidos. Su misión es transmitir el amor por Cristo, evangelizar, pero también hacer la vida más digna a las personas que más lo necesitan. Más de 17.000 misioneros españoles están repartidos por todo el mundo, de los que más de un centenar son de Jaén, entre religiosos, sacerdotes y laicos. Entre estos últimos, sólo cuatro cumplen su misión fuera de las fronteras de Jaén. Ellos son sólo un pequeño engranaje de la gran maquinaria que conforman las misiones, pero sirven de ejemplo a la sociedad de cómo se puede entregar todo son pedir nada a cambio. Ellos se sienten ya recompensados con “lo poco” —que es mucho— que ayudan. 

    24 ene 2010 / 11:16 H.

    La ayuda internacional con las víctimas del terremoto de Haití inunda, durante estos días, las portadas de periódicos y los informativos de televisión. Medio mundo ha girado la mirada a los países más necesitados y ha puesto sobre la mesa todas sus partidas de solidaridad. Sin embargo, ellos, los misioneros, entregan sus vidas, dejando atrás el contacto directo con sus familias y las comodidades con las que han tenido la suerte de nacer, para entregarse a otras personas que no son tan afortunadas. Saltan las fronteras para llevar su amor por Dios y por el ser humano. Ecuador, Argentina o Congo son sus “haitís” diarios, en los que vuelcan sus desvelos, fuerzas y, en definitiva, toda su vida. Eso sí, no lo podrían hacer nunca sin los apoyos con los que cuentan en sus países de origen, los pilares que sustentan su labor: diócesis, congregaciones, organizaciones y asociaciones humanitarias e individuos anónimos que ponen su granito de arena en función de sus recursos y sus posibilidades.
    En su labor de dignificar la vida de aquellos que más lo necesitan, los misioneros jiennenses ayudan a niños que están en situaciones de desamparo, que viven en la más absoluta pobreza, que no saben lo que es una escuela, a ancianos enfermos y a familias que no tienen recursos. Estas son sólo algunas de sus labores, porque la lista sería interminable.
    La Delegación Episcopal de Misiones de la Diócesis de Jaén está manos a la obra para realizar y actualizar una base de datos          exhaustiva con todos los misioneros de Jaén que hay repartidos por el mundo. El delegado responsable, Miguel Lendínez Talavera, espera que pueda estar lista para finales de esta primavera. No es tarea fácil, ya que, hasta ahora, las vías de comunicación con la mayoría de los países donde se realizan las misiones eran muy deficitarias; cualquier noticia podía tardar meses en llegar, como traslados o defunciones, a través del correo postal o el simple boca a boca. Otra de las dificultades para este recuento es la descentralización de los registros; por ejemplo, es prácticamente imposible contabilizar los jiennenses que entraron hace décadas en congregaciones de otras provincias y salieron de España como misioneros. Entre los 119 misioneros que tiene registrados por el momento —calcula que puede haber en torno a unos 160—, el país donde más jiennenses hay es en Venezuela, con 17, seguido por Argentina con 16 y Perú, con 12. Así, el listado se alarga hasta contabilizar casi una treintena de países en los que los jiennenses desarrollan su solidaria labor humanitaria y de evangelización. La misión de la Diócesis de Jaén está en Ecuador, donde trabajan los sacerdotes Luis Fernando Criado y Emilio Samaniego, que desarrollan su labor en el Vicariato Apostólico de Esmeraldas, y el matrimonio formado por Ana Cruz y Antonio García, que dirigen la Casa Hogar de Belén, en Río Chico.
    La idea de esta base de datos no es solamente localizar a los misioneros con su dirección, teléfono de contacto y direcciones de correo electrónico, sino también localizar a sus familiares en Jaén, para mantener con ellos un contacto directo. Es una forma de servir de apoyo para los seres queridos de los misioneros, para los que se hace difícil el día a día de tener un hijo o un hermano en la lejanía y, muchas veces, en lugares peligrosos para su propia integridad.
    Las nuevas tecnologías, al igual que en muchos otros campos, también han supuesto una revolución en la inmediatez de la comunicación con los misioneros que están en sus países de destino. Internet posibilita que las noticias “vuelen”, un contacto prácticamente diario. Antes, sólo cartas y alguna llamada de teléfono muy excepcional eran las únicas vías de comunicación. Ahora, muchos de ellos tienen acceso a un ordenador conectado a la red de redes en el que pueden enviar un correo electrónico, actualizar con una nueva entrada su blog, chatear con sus familiares o colgar fotos en las redes sociales. Así, internet acerca un poco más continentes alejados no sólo por la distancia física, si no por los recursos de que disponen.
    Los misioneros merecen un reconocimiento de la sociedad por su entrega desinteresada y necesitan colaboración para que su labor se amplíe, sobre todo, en medios materiales. Aquí, se hace visible el trabajo de sólo algunos de los jiennenses que trabajan en las misiones, sirvan como ejemplo de vidas entregadas a los más necesitados.