Javier Checa regresa con estrategia

Hacía tanto tiempo que no se hablaba de él en su tierra que la oscuridad mediática lo tenía, como la noche, algo confundido. Amante de las cámaras y los focos, el exalcalde tosiriano Javier Checa lanzó un mensaje en las redes sociales que a nadie dejó indiferente. A las puertas del ecuador de la legislatura, anuncia que quiere volver a ser alcalde de su pueblo, Torredonjimeno, el mismo que revolucionó e, incluso, dividió en sus catorce meses al frente de la Alcaldía.

    05 mar 2013 / 10:38 H.

    El extravagante hombre de las faldas escocesas, los jueves reservados para las mujeres o los huevos de Karina amenaza con regresar al puesto de mando de un Ayuntamiento que, desde luego, ya no es ni la sombra de lo que dejó. Un “bombazo” informativo que ha corrido como la pólvora y que ha encendido los ánimos de los dirigentes del resto de partidos.
    Conocido dentro y fuera de España por sus estrambóticas iniciativas, este empresario toma la decisión de volver a la política desde Buenos Aires, el país en el que se encuentra por motivos profesionales. Lo hace en un momento complicado para su salud, pero con la firme convicción de que ganará las próximas elecciones municipales. “El cáncer es lo único que me lo puede impedir”, dice taxativamente. Y, por supuesto, tiene su explicación. El paradigmático Javier Checa tiene una sentencia sobre sus hombros que le impide ejercer cargo público antes de diciembre de 2015. Es la condena que le impuso un juez por ordenar el derribo de una estación de tren que, por otra parte, asegura que volvería a demoler si estuviera levantada. Ahora bien, el fallo judicial le permite presentarse libremente a cualquier tipo de sufragio. Y aquí está la estrategia que tiene pergeñada en su mente y en la de quienes forman parte del Partido Andalucista de la provincia: Javier Checa sería el candidato a la Alcaldía de Torredonjimeno y, si ganara las elecciones —serán las urnas las que hablen—, tomaría posesión de ese cargo público la número dos de la lista, Juana María López. Hasta diciembre, él sería alcalde en la sombra. Llegado ese mes, cogería el bastón de mando que regaló al pueblo, aquel de 1 de septiembre de 2004, desde el balcón del Ayuntamiento. Esa es su estrategia y amenaza con cumplirla a rajatabla. Tiene el apoyo de la agrupación andalucista del municipio, con la que consensuó su decisión antes de hacerla pública, y ha llenado de alegría el corazón del propio Francisco Mendieta. Solo le falta el beneplácito del pueblo, al que regresa, manifiesta, porque lo necesitan. Convencido de que un alcalde no está para hacer carrera, sino para que lo “maten”, subraya: “Estoy dispuesto a que me maten de nuevo, como lo hicieron con una moción de censura”. Va a por todas.