Javier Anguita encuentra empleo.- “Lo contraté por su gran corazón”
Hoy es el gran día. Javier Anguita Segura sale de prisión y se reencuentra con la vida que dejó hace casi dos meses. Tendrá poco tiempo para estar con su familia. Sus compañeros de trabajo lo esperan. El Grupo Catena será como su segunda casa, una oportunidad de oro para empezar de nuevo.
Iván Catena García es el empresario que, hace ocho meses, abrió un taller de reparación y limpieza de vehículos en la calle Espeluy del polígono de Los Olivares. Él, que tuvo la oportunidad de conocer de cerca a Javier Anguita, es el “culpable” de que haya sido más fácil la concesión del tercer grado y la consiguiente puesta en libertad vigilada. Todo comenzó cuando el jiennense, que hoy sale del Centro Penitenciario de Jaén, acudió a la casa de la madre del empresario para reformar un cuarto de baño. “No nos quiso cobrar nada y demostró que tiene un corazón enorme”, relata Catena. Añade: “Cuando vi que su familia pedía ayuda en un programa de televisión, no me lo pensé dos veces y llamé para ofrecerle un puesto de trabajo”.
Si todo marcha conforme a lo previsto, saldrá de la cárcel antes de que amanezca y, a las nueve de la mañana, estará incorporado a su nuevo empleo, donde será tutelado por David Vilches, jefe del taller. Trabajará de peón, sobre todo en el lavadero, aunque quienes lo conocen saben que pronto sabrá desenvolverse en otras tareas más complicadas. El que será su jefe a partir de hoy mismo está solidarizado con la familia desde el primer día que salió en los medios y confía en que su inserción en la sociedad será inmediata.
preparativos. Mientras tanto, los padres, los hermanos y la esposa de Javier Anguita viven ansiosos la inminente puesta en libertad vigilada. Ana Lechuga, su mujer, ve luz al final del túnel y asegura que el esfuerzo realizado mereció la pena. “Lo hemos pasado muy mal durante su estancia en la cárcel, porque son muchos días y muchas noches sin él, pero lo importante es que Javier está bien y que pronto podamos olvidar esta pesadilla”, explica.
Asegura que lo más duro fue tener que ver cómo sus hijos, de dos años, besaban a su padre a través del reglamentario cristal mediante el que lo veían una vez por semana. “Cuando tocaba la campana, le decían adiós con la mano y yo me tenía que reprimir las lágrimas”, relata.
Ana Lechuga no tiene cómo agradecer las muestras de cariño recibidas a lo largo de estos últimos meses. “Ha habido gente, como pensionistas con una paga muy pequeña, que me han traído un paquete de natillas o cinco euros para comprar leche”, recuerda. Lo más importante es que nadie se ha olvidado de ella. Tanto su propia familia como la de su marido han estado pendientes de la esposa y de los dos pequeños todos estos días.
Hoy es un gran día para todos. Verán a Javier Anguita en la calle y, aunque no estará libre totalmente, al menos podrán tener contacto físico con él. Le preparan una fiesta para el fin de semana y la familia hará todo lo posible para que se sienta feliz. Ana Lechuga dice que está mucho más delgado y que en sus ojos se nota la huella de su paso por prisión, un lugar al que llegó por un delito menor que cometió hace casi siete años y que ya tenía totalmente olvidado.
Iván Catena García es el empresario que, hace ocho meses, abrió un taller de reparación y limpieza de vehículos en la calle Espeluy del polígono de Los Olivares. Él, que tuvo la oportunidad de conocer de cerca a Javier Anguita, es el “culpable” de que haya sido más fácil la concesión del tercer grado y la consiguiente puesta en libertad vigilada. Todo comenzó cuando el jiennense, que hoy sale del Centro Penitenciario de Jaén, acudió a la casa de la madre del empresario para reformar un cuarto de baño. “No nos quiso cobrar nada y demostró que tiene un corazón enorme”, relata Catena. Añade: “Cuando vi que su familia pedía ayuda en un programa de televisión, no me lo pensé dos veces y llamé para ofrecerle un puesto de trabajo”.
Si todo marcha conforme a lo previsto, saldrá de la cárcel antes de que amanezca y, a las nueve de la mañana, estará incorporado a su nuevo empleo, donde será tutelado por David Vilches, jefe del taller. Trabajará de peón, sobre todo en el lavadero, aunque quienes lo conocen saben que pronto sabrá desenvolverse en otras tareas más complicadas. El que será su jefe a partir de hoy mismo está solidarizado con la familia desde el primer día que salió en los medios y confía en que su inserción en la sociedad será inmediata.
preparativos. Mientras tanto, los padres, los hermanos y la esposa de Javier Anguita viven ansiosos la inminente puesta en libertad vigilada. Ana Lechuga, su mujer, ve luz al final del túnel y asegura que el esfuerzo realizado mereció la pena. “Lo hemos pasado muy mal durante su estancia en la cárcel, porque son muchos días y muchas noches sin él, pero lo importante es que Javier está bien y que pronto podamos olvidar esta pesadilla”, explica.
Asegura que lo más duro fue tener que ver cómo sus hijos, de dos años, besaban a su padre a través del reglamentario cristal mediante el que lo veían una vez por semana. “Cuando tocaba la campana, le decían adiós con la mano y yo me tenía que reprimir las lágrimas”, relata.
Ana Lechuga no tiene cómo agradecer las muestras de cariño recibidas a lo largo de estos últimos meses. “Ha habido gente, como pensionistas con una paga muy pequeña, que me han traído un paquete de natillas o cinco euros para comprar leche”, recuerda. Lo más importante es que nadie se ha olvidado de ella. Tanto su propia familia como la de su marido han estado pendientes de la esposa y de los dos pequeños todos estos días.
Hoy es un gran día para todos. Verán a Javier Anguita en la calle y, aunque no estará libre totalmente, al menos podrán tener contacto físico con él. Le preparan una fiesta para el fin de semana y la familia hará todo lo posible para que se sienta feliz. Ana Lechuga dice que está mucho más delgado y que en sus ojos se nota la huella de su paso por prisión, un lugar al que llegó por un delito menor que cometió hace casi siete años y que ya tenía totalmente olvidado.
