Jaén y el olivar

Desde Jaén. Jaén, no se entendería sin sus olivos que van cambiando de tonalidad con el paso del tiempo del color verde al plateado. Este árbol milenario ha tenido gran importancia y significado en muchas civilizaciones. Ha sido considerado como símbolo de la paz, una muestra de ello es su presencia en el pabellón de la ONU que contiene una corona de ramas de olivo alrededor del mundo simbolizando la paz universal. También ha servido de atributo para los vencedores olímpicos, etcétera.

    28 abr 2013 / 08:53 H.

    Este árbol con más de doscientas variedades, se adapta fácilmente al clima mediterráneo, puede soportar temperaturas de hasta menos 10 grados centígrados, inicia la producción entre el tercer y quinto año desde su plantación, llegando a alcanzar antigüedades centenarias sin agotar su producción. De este árbol se utiliza prácticamente todo: sus hojas, ramas y troncos, que han servido como medio para calentarse y construir enseres para el trabajo y las casas. Para su plantación resulta aconsejable conocer si el terreno dispone de agua y nutrientes suficientes y que la luz sea la adecuada, evitando que entre ellos se den sombra. En la actualidad hay en España casi 2,5 millones de hectáreas sembradas de olivar. La densidad del olivar está comprendida entre 200 y 300 árboles por hectárea, pudiendo alcanzar los 2.000 árboles con el nuevo procedimiento de olivar superintensivo o seto, aumentando de esta manera la producción y favoreciendo la recolección del fruto mediante cosechadoras. El trabajo de mantenimiento, conservación y recogida, ha sufrido importantes cambios en los últimos años; los medios tecnológicos empleados, han reducido significativamente las molestias y dificultades. Sin embargo, estos cambios y nuevas adaptaciones han significado una importante disminución en jornales y mano de obra, con el consecuente incremento de desempleo en nuestra provincia. También ha servido de inspiración a escritores, poetas, filósofos e historiadores, utilizándolos como ejemplos, uno de ellos fue San Agustín, en el siglo IV, que escribió un texto muy actual a pesar de los años transcurridos “El mundo se halla como en una almazara: bajo presión. Pero el estar sometido a presión es inevitable. Esa presión se ejerce incesantemente en el mundo por medio del hambre, la guerra, la pobreza, la avaricia, las violaciones, la muerte. De ello sobran testimonios. Pero hay hombres que, descontentos por estas presiones, no cesan de murmurar: ¡Qué malos son estos tiempos! Así se expresa el orujo cuando se escapa por el sumidero; su color es negro a causa de las blasfemias; le falta esplendor. El aceite tiene esplendor. Esta es otra clase de hombres que, sometida a la misma presión, los refina”.
    Plácido Cabrera Ibáñez