Jaén-Úbeda, por Linares
Úbeda, ciudad renacentista, monumental, capital de la comarca de la Loma y, junto a Baeza, ciudades Patrimonio de la Humanidad declaradas por la Unesco en 2003. Cuarenta mil habitantes, y a 56 kilómetros de la capital de la provincia. Desde sus cerros se divisan los valles del Guadalquivir y del Guadalimar, las sierras de Cazorla, Segura y las Villas, Sierra Mágina, Sierra Sur, Despeñaperros, y hasta Sierra Nevada.
La que es muy noble, muy leal, y antigua ciudad, reparo y ensalzamiento de los reinos de Castilla, y que, sin embargo, en pleno siglo XXI sigue al margen de las inversiones de los reinos, estados y comunidad autónoma. Las infraestructuras de transporte la mandan a tiempos pasados, con una mediocre carretera de salida hacía el Levante y otra peor, en su enlace a la capital de la provincia. La obras de esta autovía Jaén-Úbeda, se paralizaron hace años a golpe de balances sin fondo de maniobra, quedando un camino a medias, explanadas áridas, y dejando a la carretera convencional llena de bandas sonoras, rotondas y desvíos que ya no son provisionales. Gracias al nuevo tramo de autovía Linares-Úbeda, muchos de los habituales del trayecto Jaén-Úbeda, prefieren los doce kilómetros más que supone la ruta por Linares, cambiando el puente del obispo sobre el Guadalquivir, por el puente de la Estación sobre el río Guadalimar. El resultado, más kilómetros, mismo tiempo, y menores riesgos y sufrimiento para vehículos y pasajeros. Úbeda puede ser esa capital del Paraíso Interior, donde se encuentra el binomio cultural y turístico, con productos tan maduros como el Renacimiento o los Parques Naturales, y otros en desarrollo como el Oleoturismo. Es evidente que la inversión en infraestructuras adecuadas es estratégica para el desarrollo de nuestra provincia, y el enlace de Úbeda con Jaén y con el Levante debería ser prioritario. No podemos permitir que los visitantes de nuestra provincia, exploradores de ese Paraíso Interior, se lleven un amargo recuerdo de “Paraíso si, pero inferior”. Y es, que como diría la última Crónica Dominical de este diario, “denuncia, denuncia que algo queda”.