Jaén traza un nuevo futuro con el tranvía
El tranvía marcará un antes y un después en el desarrollo urbanístico de la capital. Es el proyecto que ha hecho correr más ríos de tinta desde que se concibió. Y no es para menos.

Todo en torno al tren urbano es superlativo: desde su presupuesto (cercano a los cien millones de euros, con el alquiler de los vagones incluido) hasta el número de personas que trabajan en su construcción (en su fase más álgida llegará a los setecientos). Se trata, en definitiva, de la infraestructura de mayor calado de las últimas décadas y, como es lógico, no para de generar suspicacias hasta tal punto de fraccionar la sociedad jiennense entre los que están a favor y en contra. En este último extremo se sitúa el Partido Popular que, a principios de año, dio un giro radical en su posicionamiento y pasó de aceptar el tranvía como nuevo medio de transporte a convertirse en su mayor detractor. El pistoletazo de salida de las obras, a mediados del mes de abril, supuso un endurecimiento de la oposición del PP. Aprovecharon la tala de árboles en la Avenida de Madrid y en el Paseo de la Estación para mostrar su lado más “verde”. Llegaron, incluso, a detener las obras y faltar a un pleno para “abrazarse”, literalmente, a la fe ecologista. Mientras la crispación política subía de temperatura en el Ayuntamiento y en el Parlamento de Andalucía, la Junta metía el acelerador para cumplir los plazos.
CAF y Alstom, dos de las empresas líderes en la fabricación de sistemas ferroviarios, se disputan la producción del material móvil del tranvía de Jaén, por 32 millones de euros. La alcaldesa, Carmen Peñalver, adelantó, en noviembre, que las diez paradas que se distribuyen a lo largo del trazado de 4,7 kilómetros estarán personalizadas y destacó la importancia del tranvía como medio de transporte “sostenible y moderno”.