Jaén se asoma al mar desde la Costa Tropical

Luisa Moral
Un simple paseo por la ciudad de Almuñécar hace dudar a cualquier ciudadano de que la provincia de Jaén carezca, en verdad, de playa. No es una locura si se agudizan un poco los oídos y se escucha la variedad de acentos de la tierra que, una toalla sí y otra también, cubren la arena de la Costa Tropical. Y es que cientos de jiennenses eligen este destino para pasar, año tras año, sus vacaciones estivales.

    02 ago 2009 / 10:53 H.

    Como ocurre en media España, Almuñécar no se salva de la revolución que supone la comisión de diversas obras en sus calles gracias a los fondos de inversión local. Un poco molestos con la situación y con lo que ellos consideran cierta “desidia” por parte del Ayuntamiento en la limpieza y cuidado de las playas se encuentran los jiennenses que veranean en la Velilla, una de las zonas del municipio costero más frecuentadas por los turistas de la tierra, muchos de los cuales poseen su propia vivienda desde hace varios años. No en vano, hace poco más de una década, se podía adquirir un apartamento por poco más de seis millones de las antiguas pesetas. Eran precios impensables en la actualidad que animaron a numerosos habitantes de la provincia a adquirir un apartamento en la llamada, de forma cariñosa, “costa de Jaén”. Por ello, entre cantos rodados y piedras de pizarra, a partir de las siete de la tarde, cerca de una veintena de jiennenses se reúnen, a diario, para practicar su afición favorita, la petanca. Algunos, como Ninita Tejero y Ladislao Ortega aseguran que, después de decenas de años disfrutando de este lugar cada verano, se sienten “casi almuñequeros”. No es para menos, ya que, en el barrio, la pequeña comunidad de jubilados jiennenses, es casi una “institución”, aseguran algunos vecinos.
    La huella de la provincia en Almuñécar, no en vano, es más que profunda. Para empresarios como Antonio Miguel Castillo, los cerca de treinta años que lleva al frente de su bar La Bodeguita, en la calle Manila, se los debe, en gran parte, “a los clientes de Jaén”. Buena muestra de ello son los motivos decorativos que recubren las paredes de su establecimiento. Fotografías de Nuestro Padre Jesús El Abuelo, la Virgen de la Cabeza o antiguos anuncios de la cerveza el Alkázar, por ejemplo, son sólo algunos de los pequeños homenajes que Antonio dedica a esta tierra. Un lugar donde es más que habitual encontrar a los turistas jiennenses sentados a la mesa o en la barra o, incluso, echando una mano en las labores más cotidianas de la cocina.
    Con tan buena acogida no es extraño que la Costa Tropical “enganche”, cada año, a un mayor número de viajeros de la provincia. Poco más de hora y media de viaje separan ambos destinos, una de las ventajas más importantes por quienes eligen Almuñécar como lugar de vacaciones. La oferta de turismo familiar, unido a la buena relación calidad-precio del sector hostelero y al patrimonio histórico de la ciudad avalan una apuesta segura. Este año, sin embargo, hosteleros de reconocida trayectoria como Rafael Lamelas, director del Hotel Helios, aseguran que esta temporada es, posiblemente, la peor de “los últimos diecinueve años”. La menciones a la crisis son frecuentes, aunque la realidad es que, a pie de playa, hacer un hueco a la sombrilla es una tarea más que complicada.
    La escasa distancia que se interpone entre Almuñécar y Jaén es el motivo por el que, también, decenas de habitantes en la provincia deciden, cuando llega el fin de semana, pasar unas horas —a veces una noche— en la costa granadina. Pertrechados con bolsas neveras y todo lo necesario para disfrutar de un día de playa, son las familias con niños pequeños quienes más se decantan por esta opción. El director del Hotel Helios asegura que, este verano, la tendencia es más frecuente que nunca entre los jiennenses. No obstante, se trata de una medida al alcance de todos los bolsillos y supone una fórmula de ocio familiar para vivir un jornada de “desconexión” más que recomendable para quienes disponen de presupuestos ajustados o carecen de vacaciones. Ese es el caso, por ejemplo, de la familia Rodríguez García que, con la compañía de los más pequeños, se escapan a menudo desde La Carolina hasta Almuñécar.
    Diecinueve kilómetros de costa y veintiséis playas distintas —algunas naturistas— son un reclamo más que convincente para el turista. Calas vírgenes rodeadas de vegetación, se combinan con las zonas más tradicionales en las que no es extraña la práctica de deportes náuticos o de la pesca. Un verdadero edén tropical, ventana al mar del paraíso interior.