07 oct 2014 / 10:50 H.
Cuando, por los más importantes medios nacionales de comunicación televisiva, escuchamos con cierto énfasis la palabra Jaén, una reacción natural despierta nuestros sentidos y orientamos la atención hacia la pantalla, expectantes sobre qué van a decir de nosotros. Si es Jaén paraíso interior donde descubrir la naturaleza al sonido de la berrea, o si se referirán a las virtudes de su aceite de oliva a unos días de empezar la campaña de recogida, o si hablarán de su Feria de San Lucas, de sus encantos gastronómicos, o del festival cultural de otoño en la capital del Santo Reino. Sin embargo, lo de la noche de este domingo, en el programa “El Objetivo” de LaSexta, dirigido por la periodista Ana Pastor, aplastó nuestro entusiasmo, terminando por dotar de humildad nuestro orgullo local, y por otra parte, ese sonrojo encendió un poco más la indignación de la ciudadanía ante la sinrazón de la gestión pública. Venían a destacar cómo en Jaén se habían sepultado más de 150 millones de euros públicos en un museo, en un tranvía fantasma y en un parque acuático que hoy es un secarral. Nuestra ciudad era parada obligatoria en un análisis sobre los más graves despilfarros llevados a cabo por las diferentes administraciones públicas en España. La vergüenza se acrecentaba cuando paralelamente mostraban datos económicos, en los cuales se afirmaba que Jaén era la tercera capital con más paro de España y poseía una deuda superior a los 400 millones de euros. No es la primera vez que la prensa nos sitúa al borde del abismo, pues hace menos de un mes, un estudio mostraba a Jaén como la ciudad con más déficit acumulado de España, con 28.227,50 millones de euros, a la que seguía Parla con algo más de la mitad, y mostraba en el lado del superávit a otras ciudades de Andalucía como Sevilla, Málaga, Marbella, Córdoba o Almería. Lo más grave, y así lo apuntillaban en el programa dominical, es cómo la gente, ante esta situación, admite esas reglas como válidas en un juego de políticos siempre enfrentados, dejando al ciudadano como avestruz, con la cabeza bajo tierra y el objetivo al aire.