Los jóvenes opinan. La juventud reclama más horas a la semana de la nueva asignatura
Inmaculada Espinilla / Jaén
Los adultos, en ocasiones, se detienen en polémicas para defender lo que creen mejor para el menor. Muchas veces, ni quiera, sin pedir su opinión. Es el caso de Educación para la Ciudadanía. Mientras que los partidos políticos y la Iglesia se enfrentan sobre su idoneidad, los alumnos exigen más horas de clase. El 29 de diciembre de 2006, el Gobierno aprobó, a través de un Real Decreto, una nueva asignatura, Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos. Lo hizo en cumplimiento de una recomendación del Consejo de Europa. Desde ese momento, los partidos políticos, la jerarquía eclesiástica y grupos de padres se enzarzaron en una larga discusión que, todavía hoy, no ha acabado. Sin embargo, no preguntaron a los más afectados, las personas que tenían que cursarla. Ante tanto “ruido”, Diario JAEN toma el pulso a la juventud con el objetivo de conocer su opinión. Lo curioso es que no “entienden” el porqué de tanta discusión. La gran mayoría considera que Educación para la Ciudadanía (EpC) no sólo se debería cursar en tercero de Secundaria. Es más, reclaman que

Los adultos, en ocasiones, se detienen en polémicas para defender lo que creen mejor para el menor. Muchas veces, ni quiera, sin pedir su opinión. Es el caso de Educación para la Ciudadanía. Mientras que los partidos políticos y la Iglesia se enfrentan sobre su idoneidad, los alumnos exigen más horas de clase. El 29 de diciembre de 2006, el Gobierno aprobó, a través de un Real Decreto, una nueva asignatura, Educación para la Ciudadanía y Derechos Humanos. Lo hizo en cumplimiento de una recomendación del Consejo de Europa. Desde ese momento, los partidos políticos, la jerarquía eclesiástica y grupos de padres se enzarzaron en una larga discusión que, todavía hoy, no ha acabado. Sin embargo, no preguntaron a los más afectados, las personas que tenían que cursarla. Ante tanto “ruido”, Diario JAEN toma el pulso a la juventud con el objetivo de conocer su opinión. Lo curioso es que no “entienden” el porqué de tanta discusión. La gran mayoría considera que Educación para la Ciudadanía (EpC) no sólo se debería cursar en tercero de Secundaria. Es más, reclaman que
se imparta desde primero y durante más tiempo a la semana. “Una hora es muy poco tiempo para poder profundizar y asimilar”, comentan. Situación. Son las doce menos veinte de la mañana. En el instituto Auringis suena la campana que anuncia el fin del recreo. Los alumnos de tercero se dirigen a su clase. Toca Educación para la Ciudadanía. Se los ve más que dispuestos, aunque ni siquiera sacan el libro de su mesa. El asunto del día son los derechos humanos, una cuestión que sirve de paraguas para debatir sobre torturas, penas de muerte o dictaduras.
“En esta clase se aprende mucho. Ayuda a comprender lo que ocurre en el mundo”, afirma uno de los jóvenes. Y es que reflexiona sobre ciertos derechos que se dan por asumidos, pero no se cumplen en todos los rincones del planeta.
A pesar de que ciertos colectivos denuncian que EpC es la mejor manera de inculcar los valores del gobierno de turno, esta visión nada tiene que ver con lo que opinan sus alumnos. “En estas clases se aprende la realidad cotidiana de muchos países. Conocerla y saber de sus injusticias, nos ayudará a ser mejores personas”, dice una alumna.
El problema es el tiempo. Una hora pasa en un abrir y cerrar de ojos cuando el debate es acalorado. “A mí me gustaría que el profesor plantease un asunto de la actualidad y que, después, lo explique desde el punto de vista de cada partido político. Es la mejor forma de conocer cada ideología”, señala una de ellas.
Casi sin que le hubiera dado tiempo a acabar, le responde otro: “Esta asignatura nos ayuda a tener más opciones en la vida”.
La clase, poco a poco, se desarrolla con interés. Todos quieren participar y las preguntas, opiniones y debates son constantes. “¿Qué es más importante: la libertad o la igualdad?”, pregunta el profesor y director del centro, Gabriel Ureña. “En el País Vasco, con el terrorismo de ETA, no hay libertad”, responde, sin pensarlo, uno de los estudiantes.
Así comienza otro asunto sobre el que aportar diferentes puntos de vista. La clase da para mucho pero se queda corta. Cuando suena el timbre, los alumnos vuelven, como si se tratase de la película de Paco Martínez Soria, “erre que erre”. “No da tiempo a nada, deberíamos tener más horas a la semana”, indican, convencidos.
A pesar de que sesenta minutos semanales son casi nada, todavía se puede hablar de algo más. De la importancia de la materia. Nadie lo duda. Ahora sí que no da tiempo a más y, mientras los mayores discuten y se enzarzan en peleas y reproches, los adolescentes reclaman más horas de la asignatura. Les gusta cada clase, la viven con ilusión y opinan que les ayuda a ser mejores personas.
“Aprendemos a entender la vida”

Educación para la Ciudadanía es una asignatura relativamente nueva. Durante su primer año de andadura, no se impartió en todas las comunidades españolas. Es este curso cuando llegó a todos los rincones del país. ¿Qué le cambiarían sus alumnos? ¿Qué potenciarían? Saben lo que dicen, no titubean al responder. Aunque conocen el libro de texto, los alumnos no quieren centrar la materia en él. Ven en Educación para la Ciudadanía un puente para comprender el mundo, para entender la realidad de cada día.
¿Qué opinan sobre la “guerra política” generada al respecto?
Ni la entienden, ni la comparten. Está claro que ese asunto es algo que no les afecta. “Hay problemas mucho más importantes sobre los que discutir, como el maltrato o el terrorismo. Esta polémica no tiene sentido, se trata de una asignatura normal y corriente”, dice uno de los estudiantes. Otro de ellos, en cambio, ni siquiera sabía que había sido objeto de una discusión. “No lo entiendo”, asegura, sorprendido.
¿Deberían quitarse los crucifijos de las aulas?
En este punto se muestran tajantes. Aunque no molestan, la católica no es la única religión que existe en España. “Creo que deberían quitarlos todos o, al menos, si dejan, en las clases debería haber, también, símbolos de otras creencias, como una estrella de David”, apunta un joven. En la misma línea se expresa otro: “No se puede marginar religión o creencia alguna en el siglo XXI”.
¿Que opinan acerca de las objeciones de conciencia?
En esta pregunta sí que llega la ambigüedad, no conocen a nadie que deje de asistir a esa clase. Aquí existe división de opiniones. Unos apuestan porque sea optativa, aunque todos reconocen que se matricularían. Otros, en cambio, lo que piden es que no puntúe en la nota, pero, en este caso, es para no tener que examinarse. “Debe ser totalmente práctica y de debate”, señalan casi a coro.
¿Qué aspectos mejorarían de Educación para la Ciudadanía?
La respuesta es unánime. “Quitaría el libro de texto, aunque contiene información, prefiero que nos hablen de lo que pasa en el mundo”, dicen. No en vano, para ellos sería muy importante que se dedicase más tiempo a explicar los conflictos que existen. “Nos gustaría saber de las guerras, de lo que ocurre en cada país. Es importante para entender la vida”, dicen.
De hecho, consideran esencial que la asignatura enseñe a diferenciar las ideologías políticas. “Me encantaría que nos explicasen las noticias de los periódicos desde una perspectiva política”, especifican, en este sentido.
¿Qué les aporta o qué aprenden de la controvertida asignatura?
Conocimientos y experiencia de duda. Uno de los aspectos más valorado es poder entender las injusticias que se cometen en el mundo. La diferencia entre un dictador y un tirano. Los derechos que garantiza la Constitución y los reconocidos por Naciones Unidas en su declaración internacional. “Nos hace mejores personas”, concluye uno de los jóvenes.
Voces en contra
El año acaba con unas 680 objeciones
La Plataforma Jaén Educa en Libertad es portavoz, en la provincia, de los padres que ven lesionado su derecho a inculcar a los hijos los valores que consideren apropiados. De hecho, mantienen una lucha abierta contra la Junta de Andalucía por la asignatura. En lo que va de año, presentaron en la Delegación Provincial de Educación unas 680 declaraciones de objeción. Con ellas, pretenden que los menores no tengan que estar en las clases. Por ahora, lo han conseguido, pero, el próximo 26 enero, el Tribunal Superior dictará una sentencia sobre si es pertinente o no.Aspectos polémicos
Definición de matrimonio
Uno de los principales aspectos que despertó el recelo de los sectores más conservadores es el capítulo dedicado a las familias. La diversidad, las parejas homosexuales o los núcleos multiparentales son conceptos que chocan con la definición tradicional, aunque, por otro lado, son una realidad social actualmente.Valencia