Tribulaciones de un pequeño empresario jiennense

Tomás Boyano
Lucas enciende su ordenador, teclea la dirección web del banco con el que habitualmente opera, introduce las claves y pincha en la cuenta que tiene asociada a la línea de crédito. Todas los mañanas realiza la misma operación con el fin de controlar los movimientos, y con más razón desde hace unos meses, desde que el saldo de la póliza se mantiene muy cerca del límite concedido. Mientras selecciona las opciones del menú, se acuerda de la última entrevista con el director de la sucursal, en aquel día que le propuso aumentar el límite de la póliza para poder tener más margen de maniobra con los pagos. Y también recuerda aquella negativa tan tajante, y tan desconcertante, que procedía de la misma persona que meses antes no dejaba de visitarle periódicamente para proponerle, precisamente, lo que en esa reunión le rechazaba.
De entre los cargos en color rojo, descubre dos nuevos impagados. Se queda mirando fijamente esos dos apuntes y, desazonado,

    15 dic 2008 / 15:25 H.

    piensa que él no había vivido nunca una situación parecida a la de los cinco últimos meses. Raro es el día en el que no hay una devolución de pagarés o de cheques, provocando un paulatino aumento de los gastos financieros derivados, no sólo de los propios impagados, sino también del mayor crédito dispuesto necesario para cubrirlos. Mientras busca en la base de datos los teléfonos de los clientes, recuerda el informe que leyó ayer.

    Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en la provincia de Jaén el número de efectos de comercio impagados en septiembre 2008 creció un 54% respecto al mismo mes del año anterior, siguiendo la misma tendencia que en Andalucía y en España. Sin embargo, el importe de esos impagados supuso un aumento interanual del 93%, es decir, que al pasar un año casi se han duplicado las cantidades devueltas. A ello hay que añadir el estancamiento del número de efectos vencidos en los dos septiembres, pero con una reducción del importe en casi un 5%. Por tanto, más impagados creciendo entre menos facturas negociadas, entre menos ventas.
    Lucas ya tiene los datos de los clientes. Reimprime las facturas devueltas y confirma las cantidades con los cargos del banco. Corresponden a clientes de toda la vida, que llevan un año emitiendo pagarés con vencimientos más largos de lo que era habitual en ellos, y que desde hace más de cuatro meses impagan sus deudas. Son devoluciones de importes elevados, y Lucas se siente preocupado al pensar que ambos representan una buen parte de las ventas de su empresa.

    Según el INE, el importe medio provincial del efecto comercial vencido en el último mes de septiembre fue de 2.858 euros, por debajo de la cifra media andaluza (3.811 euros) y la nacional (3.042 euros). Sin embargo, el importe promedio del papel impagado en la provincia fue de 3.221 euros, es decir, 363 euros por encima de lo vencido. Por tanto, se devuelve mayor deuda que la que se negocia, repitiéndose dicho patrón desde noviembre del año pasado. El importe de los efectos impagados sobre la totalidad de los efectos vencidos en este mes de septiembre de 2008 fue del 8%, cuando en Andalucía fue del 9% y en España del 5%.
    Lucas ha terminado la conversación, y al colgar ha constatado la inutilidad de su gestión. Sus clientes no pueden pagar las facturas devueltas, y en los próximos días le volverán a enviar otros pagarés, sin concretar la fecha de vencimiento.

    Una empresa, cuanto menor sea su dimensión, más se resiente del efecto de los impagados, puesto que las grandes o las que estén bien capitalizadas tienen recursos financieros a su alcance para hacerles frente. Incluso las hay que han apostado decididamente por una diversificación intencionada de riesgos con el fin de evitar situaciones como la descrita.
    Si utilizamos la información aportada por el Directorio Central de Empresas (Dirce) y por el Padrón Municipal, referidas ambas a 2007, obtendremos un índice de densidad empresarial para la provincia de Jaén de 56 pymes por cada 1.000 habitantes, magnitud distante de la media andaluza (64 pymes) y  alejada de la nacional (74 pymes). Por otro lado, se puede obtener el tamaño medio de la pyme jiennense en 2007 relacionando el número de pymes con los datos de afiliados a la Seguridad Social. En la provincia, el tamaño medio de la pyme con asalariados es de 7 trabajadores, por 8 en Andalucía y 9 a nivel nacional.
    Es decir, en Jaén existen menos empresas y son de reducido tamaño, situación que propicia una dificultad adicional, y en muchos casos fundamental, en la gestión de la morosidad.

    Siguiendo con la información del INE para la  provincia de Jaén, el número de efectos comerciales que han vencido en los nueve meses de este año es similar al de los mismos meses del año pasado, así como el volumen en euros girados mediante papel comercial. Sin embargo, el número de efectos impagados hasta septiembre de 2008 ha sido similar al volumen de devoluciones de todo el año 2007. Por tanto, en el presente año han bastado nueve meses para llegar al mismo volumen de papel devuelto de todo 2007.  Y en cuanto a importes, hasta septiembre del presente año se impagaron 154 millones de euros, es decir, un 40% más que en todo 2007 (111 millones de euros).
    Lucas sabe que en su empresa las actividades relacionadas con el recobro de impagados son consideradas como marginales, que no aportan valor añadido, además de ser para él una tarea ingrata, fuente de incidencias y estrés. Y todo ello porque en su empresa el cobro es un factor secundario, en muchas ocasiones ajeno al proceso de venta. Lucas también sabe que esta visión es un error, y que una venta no puede considerarse realizada hasta que no se haya cobrado. Mientras tanto, las cuentas de clientes siguen engordando, y la póliza cada vez tiene menos saldo disponible. Él no se cansa de decir que las deudas de los clientes son de las inversiones más importantes de la empresa, aun a sabiendas de que sus compañeros no sean conscientes de ello. La solución no está en el crecimiento de las ventas, que hay que financiar si no se cobran al contado, sino en un mejor seguimiento de las cuentas de sus clientes.

    Lucas abandona sus pensamientos cuando le pasan una llamada del banco. Su semblante va cambiando. Le comunican que, por la reiterada situación de impagados en los efectos negociados, reducen a la mitad su límite de descuento. Ahora se dificulta aún más la liquidez en su empresa, al tener que esperar hasta el vencimiento el papel comercial que no pueda descontarse. La situación no es fácil: la póliza de crédito totalmente dispuesta, sin poder descontar todos los pagarés y letras de cambio, con plazos de cobro cada vez mayores y con impagados en aumento.
    En tiempos de bonanza económica los niveles de morosidad se diluyen entre unos plazos de pago más ajustados, no existiendo una especial preocupación por su seguimiento. Lucas conocía los efectos colaterales de la gestión de clientes, pero nunca había experimentado, como hasta hoy, la combinación negativa y simultanea de todas sus consecuencias. 
    Tomás Boyano es economista.