Un encapuchado ata al dueño de un bar y lo atraca pistola en mano
Rafael Abolafia/ Jaén
Sebastián sólo pudo verle los ojos al hombre que lo atracó ayer en su propio bar de la Avenida de Barcelona. A punta de navaja y esgrimiendo una pistola, un encapuchado lo amenazó, le ató las manos a la espalda y se llevó todo lo que había de valor en el local: “Todavía tengo el susto en el cuerpo”, dice la víctima. El robo se produjo a las siete y media de la mañana. Sebastián acaba de entrar en su bar y estaba en la cocina, con los primeros preparativos para abrir al público. Tenía el cierre casi echado, tal y como hace cada día. Sin embargo, ayer, su rutina se vio interrumpida. Desde la calle, el atracador levantó el portón metálico: “Llevaba la cara tapada con un pasamontañas. Yo creí que era un aceitunero porque iba vestido con un mono azul. Me dijo que

Sebastián sólo pudo verle los ojos al hombre que lo atracó ayer en su propio bar de la Avenida de Barcelona. A punta de navaja y esgrimiendo una pistola, un encapuchado lo amenazó, le ató las manos a la espalda y se llevó todo lo que había de valor en el local: “Todavía tengo el susto en el cuerpo”, dice la víctima. El robo se produjo a las siete y media de la mañana. Sebastián acaba de entrar en su bar y estaba en la cocina, con los primeros preparativos para abrir al público. Tenía el cierre casi echado, tal y como hace cada día. Sin embargo, ayer, su rutina se vio interrumpida. Desde la calle, el atracador levantó el portón metálico: “Llevaba la cara tapada con un pasamontañas. Yo creí que era un aceitunero porque iba vestido con un mono azul. Me dijo que
quería tabaco”, relata el dueño del establecimiento. A continuación, el ladrón sacó una pistola, que llevaba oculta entre sus ropas y amenazó a Sebastián a voces: “Me ordenó que me tirara al suelo y que me tumbara bocabajo y que le dijera donde estaba el dinero”, añade.
Allí, lo maniató con una cuerda mientras el atracador “trabajaba”. Sólo quería dinero. Primero, cogió los 400 euros que había en la caja registradora para el cambio. Después, con una llave inglesa, reventó la máquina tragaperras del bar y se llevó la recaudación. Mientras, Sebastián contemplaba la escena con una mejilla pegada a las baldosas.
El ladrón dio el “palo” con rapidez. En cuestión de minutos, se había hecho con el botín. Seguidamente, cogió el teléfono móvil de Sebastián y le quitó la batería: “Me dijo que no llamara a la Policía hasta que pasara media hora y que, si lo hacía, vendría a por mí para matarme. Me desató antes de irse”, concluye el dueño del bar, que todavía tiene el susto metido en el cuerpo.
Poco después, la Policía Nacional se personó en el establecimiento. Buscaban huellas, restos o cualquier indicio que pudiera servir para identificar al atracador. Sebastián pudo darles pocos detalles: tan sólo que se trataba de un hombre alto, de complexión normal y con acento castellano. Muy poco para poder avanzar en la investigación.
No es el único atraco registrado en las últimas semanas en la ciudad. En noviembre, una pareja desvalijó un bar en La Glorieta, poniéndole una navaja a un niño en el cuello. Además, la Policía Nacional todavía sigue la pista de los ladrones que robaron en el Urende.