¿Todos los médicos son matasanos?

JUAN CAÑETE JIMÉNEZ desde JAÉN. Hace unos años finalicé mis estudios universitarios en un momento complicado para este país, la política estaba marcada por la guerra de Irak y por el Prestige, que dejaban a nuestros gobernantes en un clima de política exterior poco agradable para la ciudadanía. Si bien, eso era lo que más se escuchaba en los medios de comunicación, y por lo que el movimiento estudiantil salía a la calle, no era la única herencia que nos dejaba aquel Gobierno del PP; como trasfondo: (de aquellos fangos, estos lodos), se llevó a cabo una política tremendamente favorable para la banca, se privatizó a destajo, se impulsó el sector inmobiliario mediante una ley del suelo 'del todo vale', se obvió a la opinión pública.

    30 oct 2012 / 17:51 H.

    En definitiva, se aplicó lo que el PP —que gobernó dos legislaturas— tiene como su seña de identidad: una política neoliberal pura y dura. Y que trajo como consecuencia una mayor fractura social entre los que más tienen y los que menos, aunque no se manifestase claramente, debido a los años de bonanza económica, y como no a la burbuja inmobiliaria. En estos momentos, me reincorporo a la comunidad universitaria y la tensión continua, si bien de una manera un tanto diferente. Observo que existe un desapego, desconfianza e incluso atisbos de odio en el momento que aparece la política de por medio. Es común oír la expresión: “todos los políticos son iguales, son todos unos ladrones, si no nos roban unos lo harán otros, etcétera”. Este clima, que también se extiende al resto de la sociedad me parece ciertamente peligroso, y tiene un trasfondo que es provocar el desencanto por la política, para que algunos copen a sus anchas los espacios, debido al pasotismo instaurando por los grupos de presión más conservadores y retrógrados. Debido a esto surge el título, siempre desde el respeto a cualquier profesión. No es conveniente y quizás poco inteligente, aunque si entendible, que se generalice con un colectivo concreto. Mucho menos conveniente debe ser que esta circunstancia se de en un ámbito tan crucial para el país como debe ser el universitario. La Universidad debe ser el granero de la política, para que desde ahí surjan ideas, modelos, aportaciones y cuantas otras mejoras necesite nuestro sistema democrático. La crítica generalizada es un argumento cómodo para evitar imbuirse en el problema, e impide ver la labor de una amplia mayoría de personas que se dedican a la política por muy diferentes argumentos: mejorar su lugar de vida, por una ideología, por devolver a la sociedad lo que recibe o patriotismo, todos ellos loables. En definitiva, hay médicos y médicos matasanos, fontaneros y fontaneros chapuceros, y un amplio etcétera en todas y cada una de las profesiones u ocupaciones de la vida. También existen políticos que están detrás de unos principios y que les lleva a actuar en muchos casos, de forma totalmente desinteresada, simplemente por su implicación en la sociedad.
    (Estudiante de la universidad de jaén)