ISABEL SERRANO PEÑA: "Hay mucha gente sola y que necesita ser escuchada"

María del Mar Vázquez
Es una profesional que, a pesar de que llegó por casualidad al Trabajo Social, se siente realizada por su labor diaria, hasta el punto de afirmar que una parte importante de su forma de ser se la debe a este trabajo. Isabel Serrano Peña dice que no deja de aprender a diario con lo que hace y resalta los vínculos que se crean con los usuarios al prestarles ayuda.

    30 may 2010 / 10:35 H.

    —¿Por qué es trabajadora social?
    —Por casualidad. Había comenzado otra  carrera, pero pronto me di cuenta de que la Biología no era lo mío. Conocía la existencia del Trabajo Social; empecé a indagar dónde y cómo se estudiaba hasta que di con ella. Al principio tenía muchas dudas, también, me imagino por la inmadurez de la edad, pero cuando comencé las prácticas y vi todo lo que se podía hacer, decidí que esto es lo que yo quería. El Trabajo Social es una profesión muy humana, que te hace relacionarte con mucha gente individualmente y de una forma colectiva. Pienso que una parte importante de mi forma de ser se debe al trabajo que hago.
    —¿Es conocida esta profesión?
    —No, todavía es bastante desconocida. Dependiendo del lugar donde realices tu actividad profesional, tus funciones van a ser unas u otras. Desde mi punto de vista, es una profesión que está muy etiquetada. Se piensa muchas veces que somos sólo administradores de recursos, para hacer papeles, gestionar pensiones y tareas similares. El Trabajo Social es mucho más amplio y fundamentalmente no trata de eso. El objetivo de esta profesión es que la persona aprenda a vivir y a desarrollar su vida sin necesidad de estar siempre cubierto por una institución o por un recurso, ayudándole a adaptarse al medio y a gestionar sus propios recursos.
    —¿En qué área del Trabajo Social desarrolla su labor diaria?
    —Yo trabajo en Salud y aquí los recursos  que hay no son sociales; estos los gestionan otras instituciones. Salud tiene recursos sanitarios de prevención, promoción de la salud y asistenciales. Atendemos  las necesidades sociales que se derivan de las enfermedades y/o que son causadas por estas. A veces, cuando alguien acude a mi  consulta, su primera expresión es “me han mandado aquí, no sé si vengo bien”.  Al trabajador social en salud puede acudir cualquier persona, bien por iniciativa propia, o por derivación de algún profesional médico o enfermera del centro para asesoramiento e información. Conocer los recursos te da la oportunidad de ayudar a la persona a buscar la solución más adecuada a sus necesidades.
    —¿Cómo desarrolla su trabajo?
    —Nos ocupamos de los problemas sociales de las personas enfermas y las dificultades de las familias. No todo el mundo tiene las mismas necesidades. Ante el diagnóstico de una enfermedad determinada, distintas personas reaccionan de forma diferente y tienen algunas necesidades que desconocen cómo solventar. El ponerlas en contacto con asociaciones para ellos desconocidas, instituciones y recursos sociales (como son la ayuda a domicilio, la teleasistencia y la  Ley de Dependencia) puede servir de gran ayuda para sobrellevar su situación y mantener a las personas en su entorno. Para mí, es importante cómo reciben los usuarios el apoyo emocional que les prestas y los vínculos que se crean con ellos.
    —¿Dónde hay que acudir para ver al trabajador social?
    —Disponemos de un espacio físico en cada centro de salud. Nuestra consulta está situada en un sitio muy visible, generalmente, cerca de la entrada. Estamos en Atención Primaria —centros de salud— y en Atención Especializada —hospitales—. Siempre que es necesario, tenemos contacto los dos niveles y, al igual que en otras esferas de salud, existe continuidad asistencial. Para acceder a la consulta, se solicita cita previa. Además, otra parte de nuestro trabajo se desarrolla en los domicilios de los pacientes y con la comunidad.
    —¿Qué trabajo desempeñan “fuera del centro”, en la comunidad?
    —En primer lugar, están las visitas a los domicilios de los pacientes, con el fin de valorar cómo viven, por si se pueden realizar mejoras en su forma de vida. Se estudia si existen barreras, dificultad para la accesibilidad dentro y fuera de la casa en cada situación personal, si están solos o cuentan con ayuda. Todo es importante para adecuar los recursos a las necesidades. También trabajamos en los institutos en programas para acercar la Salud a los jóvenes facilitando su acceso a la misma.  Además, contactamos con las asociaciones para ver las demandas que puedan tener y que nosotros podamos orientar en su resolución. Hacemos de interlocutores para poner en marcha actividades con la comunidad.
    — ¿Es la población adulta quien demanda más ayuda? 
    —No siempre, depende de la zona en la que trabajes. Si estoy en un centro cuya población de referencia es mayor, voy a tener más demanda en relación con cuestiones de mayores, pero nosotros trabajamos con toda la población. Colaboramos en todos los programas de Salud y estos abarcan a niños, adolescentes, adultos y ancianos. Si hablamos de niños y estamos trabajando el programa de vacunas o el de control del niño sano, hacemos hincapié en aquellas familias que pueden tener factores de riesgo y dificultades para acceder a los programas de salud. Intentamos acercarnos a estos colectivos  que, en cualquier momento, pueden ser de riesgo o más vulnerables. También desarrollamos nuestra actividad con madres adolescentes, inmigrantes y mujeres en riesgo por violencia de género. Trabajamos en equipo distintos profesionales del área de la salud, con actividades diferentes, complementarias, y un objetivo central que es el bienestar y la salud de la persona.
    —¿En qué programa trabaja ahora?
    —En los habituales que desarrolla Atención Primaria. Además, actualmente realizamos un taller de psicoeducación, orientado a mujeres adultas con necesidades primarias cubiertas, con déficit de apoyo familiar y/o social. Acuden a consultas médicas por quejas inespecíficas o somatizaciones que les generan sufrimiento. Hay que reforzarlas y orientarlas.
    —¿Es gratificante su trabajo?
    —Muchísimo. Todos los días me voy a casa contenta. A veces triste por lo que veo, pero, en general, mi trabajo es muy gratificante. Las personas cuando son atendidas y se sienten escuchadas, lo agradecen muchísimo. Si además se establece una relación de confianza, ello facilita nuestro trabajo. Hay mucha gente sola y que necesita ser escuchada. Es un trabajo donde todos los días aprendes y todos los días puedes dar.
    —¿Qué es para usted la felicidad? 
    —Sentirte a gusto con lo que tienes a tu alrededor. Y una máxima mía es tratar a los demás como me gusta que a mí me traten.