ISABEL MARTÍNEZ LÓPEZ. "Nos comprometemos en la lucha contra la pobreza"
JUANA PASTOR RAMA
Es una mujer dialogante, muy buena comunicadora y con gran vocación de servicio a los demás. Nació en Linares, de allí también es su marido, Juan Maestre, y donde nacieron sus tres hijos: Juan Luis, Asunción y Gonzalo, todos amantes de sus tradiciones y orgullosos de la tierra que los vio nacer. Recuerda sus años más jóvenes con especial cariño, aunque también valora el nuevo círculo de amistades que la acogieron con motivo de su traslado a Jaén —esto hace ya un puñado de años—. Para Isabel, el mejor punto de apoyo es su familia y no puede ocultar la expresión de alegría cuando los nombra, especialmente a los más pequeños: sus nietos, que son el motor de su vida.
Es una mujer dialogante, muy buena comunicadora y con gran vocación de servicio a los demás. Nació en Linares, de allí también es su marido, Juan Maestre, y donde nacieron sus tres hijos: Juan Luis, Asunción y Gonzalo, todos amantes de sus tradiciones y orgullosos de la tierra que los vio nacer. Recuerda sus años más jóvenes con especial cariño, aunque también valora el nuevo círculo de amistades que la acogieron con motivo de su traslado a Jaén —esto hace ya un puñado de años—. Para Isabel, el mejor punto de apoyo es su familia y no puede ocultar la expresión de alegría cuando los nombra, especialmente a los más pequeños: sus nietos, que son el motor de su vida.
—¿Cuándo y por qué se trasladan a Jaén?
—Teníamos esa posibilidad por nuestro trabajo —ya que tanto mi marido como yo somos profesores— y al ir creciendo nuestros hijos —estoy hablando de hace unos 37 años— pensamos que tendríamos mejores perspectivas en Jaén, donde empezaba entonces la Universidad. Luego, sin embargo, fueron a elegir carreras que no hay en la provincia y, de todas formas, tuvieron que estudiar fuera de casa, en Madrid y Granada.
—¿En qué colegios impartió clase?
—En Jaén, en el Colegio Cándido Nogales, durante los primeros cuatro años, y posteriormente, en el Colegio Alcalá Venceslada hasta mi jubilación.
—Llegada la edad de la jubilación, tras bastantes años dedicada a la enseñanza, precisaba encauzar de nuevo su vida de servicio a los demás con otras actividades. ¿No es así?
—Sí. La jubilación supuso un parón brusco en mi ritmo habitual de vida y yo, gracias a Dios, me encontraba bien y con ánimo.
—¿Cómo entra a formar parte de la labor de catequesis en parroquias?
—Bueno, eso es algo que ya venía haciendo durante años antes de jubilarme. Hacían falta catequistas en la parroquia de Belén y San Roque, a la que pertenecía mi colegio. Es una labor de formación y yo, como docente y creyente, tenía la necesidad de colaborar. Luego, sin embargo, hubo algunos años de paréntesis y fue la casualidad la que me hizo entrar en mi parroquia como catequista. Una compañera necesitaba que la cubriera unos días por un viaje que iba a realizar y hasta hoy.
—Hoy forma parte del equipo de colaboradores de la parroquia de Cristo Rey como catequista y en la labor del grupo de Cáritas Parroquial. ¿Cuántas personas forman este grupo?
—Tenemos como presidente al párroco, Juan García Carrillo, y como directora quiero dejar constancia de tener la suerte de contar con un colectivo numeroso de personas que generosamente ceden su tiempo, su trabajo y su dinero a esta labor. En total somos 20.
—¿Dedican mucho tiempo a esta hermosa labor de Cáritas Parroquial?
—Hay diversas tareas fijas a lo largo de la semana, con horario establecido, y, según la disponibilidad de cada uno, se van cubriendo dichas labores. Hay quien puede colaborar 4 o 5 horas semanales y quien, por su trabajo, familia, etcétera, colabora de forma más espaciada o, incluso, esporádicamente, ya que hay momentos del año de mayor trabajo, cuando se hacen campañas puntuales de recogida de alimentos o ropa. En nuestro caso solemos realizar dos o tres de este tipo. Tenemos una reunión mensual en la que se van coordinando y organizando todos estos temas.
—¿Qué actividades anuales desarrollan?
—La actividad fundamental es la de acogida. Un día a la semana, por las tardes, se atiende a las personas que solicitan ayuda. Escuchamos el problema e intentamos colaborar en la medida de nuestras posibilidades, bien con ayuda de alimentos, con soporte económico en el pago de recibos o bien con la compra de cosas necesarias en ese momento para la familia. Además, hay un taller de manualidades para personas mayores un día a la semana. Esto aporta un doble beneficio: la convivencia de los asistentes y el beneficio económico para Cáritas, fruto de la venta en mercadillo de los trabajos realizados. Ayudamos también, en algunos casos, a hacer de intermediarios en la búsqueda de trabajo. También hay diversas campañas a lo largo del año de recogida de alimentos y ropa que se llevan al Banco de Alimentos de Cáritas Interparroquial.
—¿Encuentran buena colaboración por parte de esta feligresía?
—Sí, es estupenda. En este sentido, somos muy afortunados porque contamos con una comunidad parroquial que responde maravillosamente bien cuando se solicita colaboración o aportación en las distintas campañas y en las colectas.
—Como directora de Cáritas de la parroquia de Cristo Rey, ¿qué necesidades principales ve en las familias necesitadas?
—Desde siempre hemos tenido mucha petición de ayuda por parte de inmigrantes que requerían ropa, alimentos, etcétera. Asimismo, en los últimos años, ha aumentado la solicitud por parte de familias que necesitan ayuda económica en el pago de recibos básicos (luz, alquiler de piso, etcétera.)
—¿Se cubren las necesidades con la recogida de alimentos y colectas especiales?
—No, necesitamos de aportación y colaboración personal y económica durante todo el año, y afortunadamente la hay, aunque sin duda estas campañas especiales son un impulso fundamental.
—Cuando no pueden atender tanta necesidad como hay, ¿qué sensación queda?
—Frustración, mucha frustración, pero, al mismo tiempo, estímulo para seguir trabajando en algo que realmente merece la pena.
—¿Por qué tanto tiempo de entrega a los demás con total generosidad?
—Como cristiana siento la necesidad de colaborar en la medida de mis posibilidades. Además, es muy gratificante ser voluntaria y formar parte de Cáritas, que trabaja día a día por la justicia, por la solidaridad, a favor de las personas necesitadas o en situación precaria, con un compromiso continuo en la lucha contra la pobreza o la exclusión social. Soy consciente de que, gracias al compromiso temporal de los voluntarios, Cáritas puede realizar la tarea caritativa y social de la Iglesia. Es una organización en la que realmente merece la pena volcarse, porque tiene una profunda convicción en la justicia e igualdad, en la dignidad de la persona; se trabaja de forma participativa por la solidaridad, con austeridad y con un esfuerzo constante por la utilización ética y coherente de los recursos.
—¿Qué diría a quienes quieran colaborar con Cáritas en esta parroquia?
—Que se animen a venir porque todo el mundo es bienvenido. Especialmente, hago un llamamiento a los jóvenes. Que no se preocupen en exceso por si podrán hacerlo o no, ya que cada uno aporta su tiempo según puede. Por supuesto, si solo desean colaborar económicamente, también pueden hacerse socios con una cuota periódica la cuantía que deseen.